Cerca de 2.000 muertos y 3.000 sepultados bajo los edificios por el terremoto en Taiwan
La lucha contra el tiempo ha comenzado de nuevo. Como en Turquía o en Grecia, decenas de equipos de rescate, nacionales e internacionales, se afanan en sacar supervivientes de entre los escombros. Los expertos sostienen que después de 72 horas apenas existen esperanzas de vida para los 3.000 atrapados bajo los 1.200 edificios derruidos por el fortísimo terremoto de la madrugada del martes. Las cifras son escalofriantes. El Gobierno de Taiwan asegura que el número de muertos supera ya las 1.700 personas y el de heridos sobrepasa los 4.000. Son datos provisionales que empeoran cada hora.
Lo más espeluznante es el dolor: la visión de cientos de cadáveres tirados en las calles, los rostros demudados de las personas que aguardan el rescate de sus familiares o el runrún de las radios locales que emiten constantes comunicados: en unos, dan instrucciones; en otros, solicitan mantas o sangre para los heridos; los más, ofrecen información sobre la suerte de los desaparecidos.Frente al hotel Sung Shan, en el centro de Taipei, uno de los rescatados, un hombre de unos treinta años, gemía no por el dolor de sus heridas, sino por las horas de espera sin que su esposa e hija saliesen de entre los escombros. "No quiero ni hablar, ni pensar, ni vivir", musitaba angustiado mientras, preso de la desesperanza, abandonaba entre dos enfermeros el edificio, que de 12 pisos había pasado a tener cuatro.
Uno de los responsables del servicio de bomberos de Taipei -cuyos hombres proseguían ayer con las labores de extinción de incendios- informó de que entre 300 y 400 bomberos estaban excavando dentro del edificio del hotel donde habían localizado a un niño cuyos gemidos podían oír. Le sacaron en media hora envuelto en una manta. Fue colocado en una ambulancia y enviado a un hospital.
Aún más doloroso es el descubrimiento de que en varios de los edificios desplomados en Taipei, los cimientos eran endebles como en Turquía. "Muchas partes que deberían ser de cemento son meras latas de aceite vacías", exclamó un voluntario de los equipos de rescate. Son muchos los edificios, incluidos los hoteles de lujo, que presentan grietas en sus fachadas. Las huellas de lo sucedido están por doquier.
En el centro de la isla, que es la zona más afectada por el brutal seísmo del martes, se han derrumbado dos hoteles, un hospital y una estación de bomberos y se ha incendiado una fábrica de cerveza. Las informaciones llegan con cuentagotas, pues las líneas telefónicas permanecen cortadas y las carreteras están quebradas. La isla, pese a los esfuerzos de todos, aún se halla lejos de la normalidad, aunque en las áreas menos afectadas la vida comercial comienza a florecer.
La mayoría de los muertos, heridos y atrapados en las ruinas son de Nantou y Taichung, a 150 kilómetros al sur de Taipei, y muy cerca del epicentro del terremoto. Los equipos locales de televisión, movilizados en helicópteros, filmaron imágenes terribles. Las autoridades se temen que en esa zonas del país se encuentren cientos de cadáveres aún sin descubrir. El moviemiento de los equipos de rescate hacia esas áreas es dificultoso: no hay electricidad ni agua. Los primeros equipos extranjeros comienzan a llegar: turcos experimentados en su propia tragedia, griegos, españoles. Otros esperan el consentimiento de China, el rival de Taiwan, al que no considera un país, sino una provincia renegada.
Taiwan -habitada por 21 millones de personas y un territorio del tamaño de Cataluña- continúa bajo la pesadilla que comenzó a la 1.49 del martes (las 19.49 , hora peninsular española del lunes). La población pasó la primera noche a la interperie. Decenas de miles optaron por calles, plazas y parques; nadie quería regresar a sus casas por temor a nuevos seísmos. "No se puede descartar que haya más", dijo el director del Centro de Prevención de Seísmos de la isla, Hsin Tsai-hui.
Los geólogos registraron más de mil réplicas, muchas de ellas imperceptibles para el ser humano. Sin embargo, esta madrugada hubo dos fuertes de magnitud 5,2 y 5,1 en la escala de Richter. Los expertos advierten de que es posible un nuevo terremoto en las próximas dos semanas.
El presidente de Taiwan, Lee Teng-hui, instó ayer a su pueblo a mantener la calma y garantizó que su Gobierno ha movilizado todos los recursos. "Cuidar del pueblo es una responsabilidad del Gobierno; hemos adoptado todas las medidas para intentar la mejor respuesta a esta situación", dijo en un mensaje a la nación. Pero la realidad les deborda. Ahora, como en otras tragedias, dependen del rápido socorro exterior.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.