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El conductor suicida que causó cinco muertos en Malla conducía bajo los efectos del alcohol

Miquel Noguer

El conductor que en la madrugada del domingo falleció y provocó cuatro muertes más en un accidente en Malla (Osona) mientras circulaba en sentido contrario por la autovía N-152 conducía bajo los efectos del alcohol. Así lo probó la autopsia que ayer se practicó al cadáver de Francisco Enrique Jiménez, según han confirmado fuentes prósimas a la investigación. Aunque no se ha hecho público el grado de alcoholemia del conductor suicida, ha trascendido que éste conducía tras haber ingerido una elevada cantidad de alcohol y nada se ha dicho de otras sustancias prohibidas.

Francisco Enrique Jiménez, de 28 años, y otros cuatro jóvenes de entre 17 y 21 años fallecieron en la madrugada del domingo después que el primero entrara en la autovía en sentido contrario a la altura de Tona. Tres kilómetros después su coche, un Volkswagen Corrado, chocó frontalmente contra un Renault Clio en el que viajaban las otras cuatro víctimas mortales, que ayer por la tarde fueron enterradas. El motivo que llevó a Francisco Enrique Jiménez a entrar en sentido contrario en la autovía no está nada claro, a pesar de la reconstrucción de los hechos que se hizo ayer en el punto del accidente. Lo que sí parece estar descartado es la hipótesis que apuntaba a una apuesta como desencadenante de los hechos. La hipótesis del suicidio, en cambio, se ha impuesto por encima de las demás al trascender que Francisco Enrique Jiménez había sufrido un importante desengaño amoroso hace unas semanas. "Hacía días que lo veíamos muy bajo de moral", ha explicado una persona cercana al fallecido. Otras fuentes han apuntado que la noche del sábado se le vio en Els Hostalets, la población donde residía, con evidentes síntomas de embriaguez. A pesar de ello, nadie en la población entiende aún qué le hizo tomar la decisión de entrar en la autovía en sentido contrario. Fuentes próximas a la investigación señalaban ayer otra posible versión que difiere de la mayoría de los testimonios. Se apunta que el conductor tal vez entró en sentido correcto y después de chocar contra una valla protectora cambió de sentido y continuó en sentido inverso. Francisco Enrique Jiménez conocía a la perfección la carretera, ya que trabajaba como camionero en una empresa de la zona. Aquella noche, además, había un tráfico muy intenso por el hecho de que en Vic se celebraba el Mercado de Música Viva. De allí procedían los cuatro jóvenes que viajaban en el Renault Clio. Tres de ellos perecieron calcinados al instante cuando el vehículo se incendió, con llamas de hasta cinco metros de altura. El cuarto salió despedido del coche y fue a parar al centro de la calzada. Justo después, otro coche que circulaba en el mismo sentido que el Renault Clio arrolló al joven y le causó la muerte. El conductor de este tercer vehículo ha asegurado que no se enteró de nada: "Sólo vi muchas luces e intenté esquivar algo que estaba en el suelo". El cadáver de Martí Serra, de 19 años, fue encontrado totalmente destrozado debajo del coche. Antes de chocar con el Renault Clio, otros coches esquivaron al Volkswagen Corrado que circulaba en sentido contrario. Algunos de ellos tuvieron que retirarse hacia el estrecho arcén de la autovía y uno incluso perdió el espejo retrovisor al pasar rozando el coche de Francisco Enrique Jiménez. El hecho de que al coche del conductor suicida sólo le funcionara uno de los dos faros delanteros dio la sensación a algunos conductores de que se trataba de una motocicleta. "Sólo vi que era un coche cuando lo tenía a poquísimos metros y circulando a gran velocidad. Por suerte pude esquivarlo", relataba ayer uno de los testigos presenciales. Pocos minutos antes del accidente, algunos conductores pudieron ver el Volkswagen Corrado de Francisco Enrique Jiménez estacionado en medio de la vía de acceso a la autovía. Las cinco víctimas mortales del accidente fueron enterradas ayer por la tarde después que se practicara la autopsia al conductor suicida. Los cuatro ocupantes del Renault Clio fueron enterrados en Tona, localidad donde residían sus familiares. Al funeral asistieron unas 5.000 personas, lo que representa la práctica totalidad de los habitantes de Tona. Las escenas de dolor y consternación se sucedieron a lo largo de la tarde de ayer; muchas tiendas cerraron en señal de duelo y los colegios acabaron las clases antes de hora. Muchos vecinos se amontonaron en los alrededores de la iglesia para dar el último adiós a los jóvenes. La tensión que impregnaba el ambiente, unida al estado de ánimo de los asistentes, propició más de un desmayo entre el público. A última hora de la tarde de ayer se celebraron en Els Hostalets los funerales por Francisco Enrique Jiménez, y allí se repitieron las escenas de dolor, aunque con menos asistentes.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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