_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

1936

Tienen razón sus señorías del PP al negarse a secundar la condena del golpe de Estado de 1936, que, al fracasar, dio paso a una guerra civil dirigida por los cuatro Pinochet del Ejército español, pero respaldado por una importante base social que hasta hace muy poco era llamada "franquismo sociológico".Donde se equivocan los del PP es en la utilización de la fracasada revolución izquierdista y separatista de 1934 como pretexto de la guerra civil.

Lo de octubre de 1934 fue una magnífica oportunidad para que el Gobierno liberal conservador de entonces dejara que los aspirantes a Pinochet ensayaran en la represión de Asturias procedimientos de guerra colonial, muy útiles después a lo largo de la guerra civil y de la inacabable posguerra.

Mayoritariamente ahijados, hijos o nietos de los ganadores de la guerra civil y evidentemente ganadores de la transición, sus señorías del PP no tienen por qué condenar a la gallina de sus huevos, me refiero a los de oro, naturalmente. Veteranos prohombres del PP actual en los años sesenta se jactaban de la represión de las huelgas mineras de Asturias que les eran contemporáneas y de tener un mosquetón preparado por si era necesario lanzarse al monte a defender la democracia orgánica.

Es lógico que herederos directos de estos personajes hayan protagonizado la batalla dialéctica de la condena o no condena del alzamiento militar del 36. La posmodernidad ha recuperado los valores de la familia y hay que ser un hijo o nieto agradecido de los que tanto hicieron para hacerles llegar la herencia de su hegemonía.

Los que desde la izquierda convencional plantearon la revisión crítica del alzamiento de 1936 son víctimas de la moda de los arrepentimientos ucrónicos que lanzó el Vaticano pidiendo disculpas por el turbio asunto de Galileo. La Iglesia católica necesita chupar cámara cueste lo que cueste porque pasa por un mal momento de instalación en el mercado de las religiones, pero las derechas están mejor que nunca, y a santo de qué han de arrepentirse de haber inventado aquel pinochetazo que les devolvió el poder para siempre.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_