Montsalvatge en Castilla
En el mes de marzo de 1912, bajo el signo de Piscis -como tantos artistas-, nació Xavier Montsalvatge en Girona. Es hoy, pues, el decano de los compositores españoles más notables y divulgados internacionalmente. Un festival como el Otoño Soriano, de tan definida orientación hacia nuestra música, no podía olvidar un nombre y una obra que forman parte de nuestra existencia como algo vivo, original y esencialmente moderno.A lo largo del Otoño Musical, Soria repone páginas no por hermosas y significativas demasiado frecuentes. Así, el Trío ultimado en 1987 con el Diálogo con Mompou, pero iniciado antes con dos piezas en homenaje a Cervantes: Balada y Ritornello a Dulcinea (1986). Es de admirar la estrecha unidad de las tres páginas, como si hubieran estado alimentadas por un solo fluir y una sola intención. Lo que está cerca de la verdad, pues Montsalvatge es siempre él, aunque su producción, ya cuantiosa, resulte poliédrica antes que versátil. El Trío que lleva el nombre de Mompou (Luciano González Sarmiento, Joan Lluís Jordá y Dimitar Furnadjev) tocó e interpretó con sutiles matices estas páginas admirables que un público que llenó la sala Odón Alonso de la vieja audiencia recibió con entusiasmo. Junto a Montsalvatge -"señor de la música", como lo entendió Dionisio Ridruejo, amigos y congeneracional-, el Trío Mompou evocó a Turina en su Trío op. 35 de belleza y estilo general nada nacionalista, pero siempre tan excelentemente construido como intensamente lírico.
Como muchos grandes de Cataluña (baste recordar a Isaac Albéniz, Enrique Granados, Santiago Rusiñol o Eduardo Toldrá), Montsalvatge admiró y sintió la España del sur a través de su propia óptica. Dedicó a Granada varias composiciones -Soneto, de Lorca, Concierto del Albaicín, Laberinto-. La segunda tiene como centro y raíz el clave que Falla restituyera a la música del siglo XX, y como dedicatorio al colombiano Rafael Puyana. En el Concertino 1 más 13 (1062) nos muestra Montsalvatge su concepto más objetivo de la música instrumental presente, 10 años antes, en las Danzas concertantes. Las tres medidas de la invención montsalvatgeana perfilan en gran parte su talante, su buen hacer y su expresivismo sin demagogia. Sólo habría faltado el eco antillano, tan querido por el compositor, pero lo hubo en el programa del Trío Mompou con las obras de Leo Brouwer Sones y Danzones, en las que el músico cubano, hoy director en España, hace latir ritmos y melodías tan queridos aquí como en la linda Cuba.
A veces, los homenajes más hondos no precisan de solemnidad, pues radican en la intimidad. Y éste es el caso de la presencia musical de Montsalvatge en la vieja y entrañable ciudad de Soria.
Babelia
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