_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Institución nacional?

Hoy se constituye la Asamblea de Electos del País Vasco, iniciativa del Pacto de Estella, en la proximidad cronológica al aniversario de la tregua y bueno sería que, en vez de prolongar la meditación acerca del pasado o de pensar lo que podría haber sucedido y no pasó, tratáramos de dar un paso hacia el futuro. Lo primero que quizá podría abandonarse es la propensión al cliché que ha invadido los juicios de todos los sectores durante un año. A estas alturas, parece indudable que lo que ha sucedido no es una "tregua-trampa" de ETA ni la "ilusión" es un sentimiento, más o menos averiado, de tan sólo los partidos nacionalistas. No ha existido nunca un "frente" nacionalista propiamente dicho, dadas las divergencias internas, ni tampoco el PNV se ha entregado atado de pies y manos a su adversario. De la misma manera, tampoco puede decirse que "Madrid" sea el obstáculo que impida cualquier solución satisfactoria o que, súbitamente entusiasmado por la tregua, el electorado vasco haya perdido la pluralidad que le caracterizó siempre y así parece que vaya a seguir hasta el final de los siglos. Aventar todas estas fórmulas simplicísimas sólo es un primer paso, porque también sería necesario abandonar un tono exasperado de debate que el mero paso del tiempo convierte en injustificable. En un terreno muy distinto -léanse algunas columnas escritas sobre el proceso a Gómez de Liaño-, hay ciertos géneros de leninistas de salón que no sólo no creen en las instituciones judiciales, sino que se les ve directamente interesados en el tiro en la nuca al supuesto adversario mediático. Conviene que este tipo de patología psiquiátrica no invada el debate sobre el futuro del País Vasco, en el que, al margen de la violencia, a menudo un antinacionalista radical tiene puntos de contacto con un nacionalista radical. Esto vale, por ejemplo, para quienes reclaman solidaridades que no siempre justifican. Ni siquiera la primacía en el dolor asegura la calidad del juicio político.

El caso, además, no es nuevo. En sus memorias, Francisco Ayala ha recordado que en 1936 las insensateces solían venir encadenadas en series dialécticas entre los dos bandos. Claro está que despreciar a las víctimas del terrorismo o colocar a quien ha cometido atentados en una comisión de Derechos Humanos es inaceptable, pero eso no debiera servir para descalificar al PNV, sobre cuyas espaldas necesariamente recae el peso principal de suturar la herida abierta en el País Vasco. Y así hasta el infinito: cualquier juicio que parte de atribuir al otro lo que nos imaginamos en vez de lo que hemos constatado con frialdad no hace sino estimular esa cadena de reproches exasperados protagonizados por políticos o escritores en vez de responder a la existencia de diálogo que nace de las plataformas autónomas de la sociedad vasca.

Así, por ejemplo, la Asamblea de Electos no debiera ser considerada como una fórmula al margen de la Constitución o el Estatuto, sino como un procedimiento para la "construcción nacional" -o primera "institución" de este género, tal como se denomina por los convocantes- poco propicia para producir los resultados apetecidos por ellos mismos. Nacida del Pacto de Estella, la Asamblea ofrece curiosos paralelismos con el Estatuto de la misma ciudad en 1931: ha sido el procedimiento para la recuperación de la iniciativa del nacionalismo, pero carece del apoyo de las grandes capitales y está muy lejos de la unanimidad entre las fuerzas políticas. Con esos mimbres poco cesto se puede construir, con el agravante de que se fomenta el hosco inmovilismo de la otra parte.

¿No sería ya el momento de dar un paso adelante sin que cada lado siguiera esperando a condenar cualquier iniciativa del otro? Se podía empezar por lo obvio y debido hace tiempo: abandono total e irreversible de la violencia y presos en Euskal Herria. A continuación habría que concluir con los fantasmas de los "frentes" antagónicos, y nada mejor para ello que una Mesa de partidos sin exclusiones de ningún tipo. Luego, vendría un tercer paso que no tiene por qué ser independencia o autodeterminación, sino consulta a cambio de paz definitiva. Todo esto dista de ser un imposible: todo el mundo sabe que es lo contrario por más que se avance con una lentitud exasperante.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_