El síndrome cular
Los toros de caían de culo. Qué cosas pasan en la que dice ser y llamarse fiesta nacional.No es la primera vez en la vida que a los toros se les aprecia ese curioso síndrome, pero ocurre rara vez. Lo que suele suceder es que los toros se caigan ora desplomados o quizá deslomados, ora vencidos a estribor o claudicando de hocico. Ahora bien, que se caigan de culo y por las buenas, eso ya resulta bastante extraño.
Y no es que fueran toros de pitiminí. Antes al contrario eran toros de gran arboladura, cuajados, hondos, provistos de unas temibles astas vueltas, desarrolladas y buidas.
Comentaban por los mentideros taurinos que el trapío de los toros le provocó un cólico nefrítico a Manzanares, anunciado para la función. Está por demostrar que esa fuera la causa. Sin embargo lo del cólico nefritico constaba en el certificado médico que presentó, firmado por el doctor Crespo Rubio, y se cayó del cartel. Debe de haber epidemia de cólicos nefríticos. El día anterior El Cordobés se cayó del cartel alegando igual dolencia, según constaba, asimismo, en el correspondiente certificado médico.
Lorca / Liria, Dávila, Abellán
Toros de Martín Lorca, muy bien presentados, algunos con notable cuajo, muy bien armados y la mayoría cornalones; inválidos y aborregados, excepto 1º y 5º, los de mayor trapío.Pepín Liria: estocada (oreja); media atravesada, media, rueda de peones y descabello (silencio). Dávila Miura: pinchazo, estocada, rueda de peones y seis descabellos (silencio); pinchazo, otro hondo, estocada y descabello (silencio). Miguel Abellán: estocada -aviso- y descabello (ovación y salida al tercio); estocada atravesada -primer aviso-, tres descabellos -segundo aviso- y descabello (silencio). Plaza de Guadalajara, 16 de septiembre. 5ª corrida de feria. Dos tercios de entrada.
La que dice ser y llamarse fiesta nacional está infestada de cólicos nefríticos, que también afectan a los toros y por eso se caen de culo. Hubo dos que no se caían ni de culo ni de nada y además fueron los de mayor trapío de la corrida. Uno de ellos abrió plaza, tomó tres varas, desarrolló casta brava y Pepín Liria le hizo una faena de muleta valerosa y corajuda. Destacaron los ayudados inciales embarcando muy toreramente al toro hasta los medios, donde remató con un ceñido pase de pecho. Instrumentó luego derechazos y naturales de ardiente concepción, incluyó un circular de varias vueltas metido en el costillar y mató de una estocada. La verdad es que no se le podía pedir más. Cada cual tiene su capacidad, su idea, su cosa, y Pepín es Pepín.
El otro toro íntegro saltó quinto y le correspondió a Dávila Miura. No lo tenía fácil Dávila Miura pues el toro mostró su mansedumbre en todos los tercios, salió suelto de cuatro encuentros con la acorazada de picar -que, como todas, le sometía a la infamia de la carioca-, intentó brincar al callejón y se puso después bronco. Sin fijeza en la muleta, que rehuía -hasta la llegó a tirar una coz-, Dávila Miura lo trasteó un tanto demudado y azaroso y lo envió a mejor vida en cuanto le fue posible.
Las otras faenas de Dávila y de Pepín carecieron de fuste. A los toros que se caen de culo es ridículo intentarles faenas con fundamento. Miguel Abellán, no obstante, puso todo de su parte para cuajarlas íntegras, y el empeño le salió regular.
El toreo a la verónica lo hizo Miguel Abellán con galanura y pureza. Para el toreo de muleta, en cambio, se tomó sus ventajas. La principal, rectificar raudo los terrenos y darse una carrerita tras rematar cada pase. Al tercer toro, de mansa catadura y reservona condición, le aplicó muchos derechazos y acabó oyendo un aviso. Al sexto le pegó pases hasta en el carné de identidad sin tener en cuenta que el animalito padecía el síndrome cular en grado superlativo y entre derechazos se quedaba sedente mirando a Zaragoza; con lo cual los avisos le llegaron por duplicado.
Y la que dice ser y llamarse fiesta nacional sigue. Degradada y corrupta pero sigue.
Babelia
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