PELIGROS DEL AMOR CIBERNÉTICO
El venezolano Rolando Martínez conectó, a través de Internet, con Milena, y con ella comenzó un apasionado idilio que dio con sus huesos en prisión. La historia, relatada por el diario caraqueño El Universal, explica cómo Martínez empezó a recibir un día los mensajes de Milena. Después de las habituales preguntas "¿cómo te llamas?" o "¿a qué te dedicas?", la relación entre ambos se fue haciendo más afectuosa hasta el punto de que todos los días a la misma hora tenían una cita obligada ante el ordenador personal para pasar un rato juntos. Ambos intercambiaron fotos por correo electrónico. Pero al cabo de algún tiempo, Internet se quedó pequeño para la pareja y pasaron de la red al teléfono celular. Horas y horas estaban enganchados al teléfono. Un día, Rolando Martínez recibió una citación de la Policía Técnica Judicial por supuesta implicación en varios robos de vehículos. En uno de los automóviles recuperados se halló un teléfono celular que pertenecía a Milena, integrante de una banda de ladrones buscada por la justicia. Resultó que entre las múltiples llamadas del teléfono, nada menos que 14 las había hecho Rolando, lo que indujo a la fiscalía a pensar que éste trabajó como datero o informador sobre vehículos susceptibles de ser robados para la banda de delincuentes. Como consecuencia, Rolando Martínez pasó a la cárcel de El Rodeo, en las afueras de Caracas, hasta que sus abogados consiguieron demostrar que nunca conoció físicamente a Milena y que fue víctima de un ciego amor cibernético.- ,
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.