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Detenidos cuatro adolescentes por falsificar billetes de 5.000 pesetas con una impresora

Cuatro adolescentes de entre 15 y 17 años, dos muchachos en Ciutadella (Menorca) y dos chicas en Barcelona, han sido detenidos acusados de pertenecer a una banda de falsificadores de moneda. Los menorquines, que ayer pasaron a disposición judicial, utilizaron presuntamente un escáner láser para copiar por las dos caras un billete de 5.000 pesetas, ajustaron los colores y la imagen en su ordenador y comenzaron a estampar los billetes falsos. Las barcelonesas, en libertad provisional, se entregaron el miércoles en comisaría al conocer la detención de sus amigos, y reconocieron haber participado en la colocación de esta moneda. La policía espera detener a más jóvenes implicados en esta red.

Menos la textura del papel nuevo, las marcas de aguas y el registro de seguridad, las copias de los billetes parecían verosímiles, según la policía y el examen del Banco de España. "Copias muy peligrosas", dictaminaron los expertos. Los editores piratas cobraban entre l.000 y 1.500 pesetas por cada billete de imitación y sus colegas intentaban colocar de noche, al amparo de las prisas del bullicio y en la penumbra de los bares y discotecas, los mil duros falsos como pago de sus consumiciones. Ninguno de los supuestos defraudadores tiene aún los 17 años, son estudiantes de secundaria. Ayer seguían las indagaciones para averiguar el volumen de su actividad y los posibles colaboradores de la trama juvenil.

La policía exhibió en Menorca dos equipos informáticos comunes (ordenador, impresora y un escáner) que fueron requisados en los domicilios de los dos piratas de Ciutadella que están en el inicio de la cadena. Son dos alumnos del instituto local que con un solo billete verdadero quisieron tomarse unas copas gratis, reproduciendo papel moneda de curso legal. Finalmente, fueron descubiertos y detenidos por reiterar la operación hasta el exceso. Habían contactado con más de 10 amigos o cooperadores que estaban en el secreto.

Organización piramidal

La pandilla desplegó una simple estructura piramidal. El blanqueo comenzaba con un cambio de 5 a l -el valor que el editor daba a cada billete falso- y el último pasador asumía el mayor riesgo, el poder ser atrapado o denunciado por la víctima. Las dos jóvenes de Barcelona, que se entregaron al conocer la detención de sus amigos menorquines, veraneaban en la isla y, presuntamente, habían adquirido billetes falsos en Ciutadella. La policía cree que intentaron extender las copias en un mercado menos restringido que el insular, presumiblemente Barcelona, donde ya había sonado la voz de alarma meses atrás.

Hasta principios del verano circulaba por Menorca, esporádicamente, papel moneda de copión. Sólo se detectaba algún billete suelto que había sido pasado si el perjudicado explicaba o detectaba el timo. Con la euforia y masificación estival, los hallazgos ya no eran casuales, se reiteraban casi semanalmente y la policía desplegó con insistencia sus antenas. En diciembre de 1998 se dio la primera voz sobre las estampaciones falsas.

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El caso similar más reciente fue el perpetrado en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) a principios de marzo pasado. En ese caso los protagonistas también fueron dos adolescentes. Las herramientas, las habituales: un ordenador, un escáner, una impresora láser, papel de membrete, un grupo de amigos y mucha osadía.

Fue su inexperiencia lo que les delató. Les descubrieron porque, primero uno y después el otro, pagaron su consumición en una heladería con un billete que se habían fabricado ellos mismos. Lo que escamó a los dependientes fueron los dos pagos consecutivos, no que los billetes tuvieran una manifiesta apariencia de malos. Pero el hecho de que tuvieran idéntica numeración acabó delatándolos.

El Cuerpo Nacional de Policía desmanteló al cabo de dos semanas una banda completa en Barcelona y Girona. Detuvieron a nueve expertos especializados en falsificar billetes de 2.000 y 5.000 mediante un complejo tratamiento informático. La red, que fabricaba sus billetes en un piso del barrio viejo de Barcelona, llevaba un año con sus reproducciones y la policía estimó que podía haber producido unos 15 millones de pesetas en billetes falsos.

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