La argelina Cheikha Remitti asegura no temer ya al integrismo

"Ya no siento miedo como antes. De hecho, por eso estoy aquí. Las cosas han cambiado". Estas palabras las pronunció ayer la intérprete de raï Cheikha Remitti horas antes de su actuación en el XV Festival de Folk de Getxo. A los 74 años de edad, la cantante argelina rehuye las cámaras y vive austeramente en París, una ciudad más segura que Orán estando como está amenazada de muerte por los integristas islámicos. Todo por el contenido y el compromiso de las canciones que, como buena chiujat, canta desde 1941. Cantos en torno a relaciones conyugales y sexuales. "No entiendo por qué, después de más de 50 años cantándolas, pueden molestar mis canciones. Nunca han molestado a nadie en ningún país. Creo que sólo pueden molestar a gente que está fuera de la ley, a gente que practica el terrorismo", reflexiona. Remitti, que luce en su mano derecha un aparatoso tatuaje que se puso de moda durante la Segunda Guerra Mundial entre las mujeres que buscaban matrimonio -"finalmente me casé por una dote de cinco francos, que en aquel tiempo era mucho: cada franco equivalía a un kilo de azúcar y uno de café", afirma divertida-, defiende que la situación de la mujer "ha mejorado" en Argelia, prepara un disco que "será una bomba" y continúa subiéndose a los escenarios por la complicidad con su público. "El raï tenía un padre y una madre: el padre era los vientos y la madre la percusión. Durante 58 años he hecho música tradicional, y he sido la reina, pero ahora me planteo el reto de continuar demostrando que soy la mamá del raï incluso con instrumentos modernos. Mi deseo es seguir enganchando a la gente joven", asegura la llamada madrina del raï.