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Reportaje:

Un lugar especial para una nueva vida

El inmigrante congoleño Moubiala Kipupa, padre de la pequeña Clarice, descolgada por encima de la valla de la frontera que separa Ceuta de Marruecos el pasado día 19 de agosto, tendrá unos compañeros de trabajo muy especiales. En la fábrica de forjas de Cabra (Córdoba) en la que se le ha ofrecido trabajo, 42 de las 80 personas que forman la plantilla a la que se incorporará Kipupa son disminuidos mentales o sufren algún tipo de minusvalía física. En el plazo de un mes, una vez terminado el curso de soldador que recibe en Gijón, Kipupa llegará a su nuevo puesto de trabajo. La suerte del inmigrante congoleño ha cambiado de la mano de Juan Pérez Marín, presidente de la Asociación de Promoción del Minusválido (Promi), cuya sede se encuentra en la citada localidad cordobesa. La insititución en la que está integrada la empresa en la que trabajará Kipupa emplea a 1.350 personas, el 80% de las cuales son retrasados mentales o con problemas de movilidad. A ellos hay que sumar al menos otras 500 personas, disminuidos profundos o ancianos, incapacitados para trabajar, a los que Promi asiste en sus residencias. El futuro del congoleño no será fácil, pero ya tiene un buen camino andado. A su llegada a la localidad cordobesa encontrará una casa esperándole y una guardería para su pequeña de cuatro años. Kipupa dispondrá de un sueldo de 90.000 pesetas al mes, seguridad social y 30 días de vacaciones. Todo según lo establecido en el convenio laboral correspondiente. Según aclara Pérez Marín, su salario se verá incrementado por complementos de productividad y conforme vaya subiendo de categoría, ya que, en un principio, ocupará un puesto de aprendizaje que complete los conocimientos adquiridos en el curso de soldador. La Fundación Promi se hará cargo de todos los gastos durante su primer año de estancia en el pueblo. Pasado ese tiempo, Pérez Marín confía en que el congoleño sea autosuficiente, pudiendo hacer frente a sus necesidades. El miércoles, el departamento de personal de la empresa preparaba un precontrato para Kipupa, lo que le será de gran ayuda para regularizar su situación legal en España. Una vez superado este escollo, los esfuerzos se centran ahora en lograr reunir en Cabra a toda la familia del inmigrante, tarea en la que ya se encuentra imbuido el dirigente de Promi. Cardiólogo de profesión, humanista por vocación, Pérez Marín fundó la Asociación de Promoción del Minusválido en 1970 ante la inquietud que le provocaba observar en sus visitas médicas las malas condiciones en las que vivían los retrasados mentales. Casi treinta años después, la asociación sigue fiel a sus inicios, aunque el cambio de los tiempos y los retos ya superados han hecho que Promi abra su actividad hacia otros grupos igualmente desfavorecidos. Primero fueron los retrasados mentales, después los minusválidos, quienes se vieron seguidos por los enfermos mentales. Abriendo aún más su campo, en los últimos tiempos, Promi dedica una dedicación especial a los marginados y excluidos sociales. Pérez Marín reivindica los derechos y la valía de estas personas, a los que él llama cariñosamente "mis tontos". Las frías cifras le dan la razón. Promi facturó el pasado año 2.160 millones de pesetas, con unos beneficios cercanos a los 150 millones, los cuales se reinvierten en la propia empresa. Actualmente, cuenta con fábricas de muebles, de forjas, de artesanía, varias residencias, un hotel y hasta una proyecto para una factoría de coches.

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