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Reportaje:EXCURSIONES PRADERAS DE POSIDONIAS OCEÁNICAS

Indicador subacuático de calidad

Cuentan los textos históricos que las hojas secas de una planta marina conocida hoy como posidonia oceánica sirvieron de remedio a las malas noches que pasaba el Papa Julio III en Roma. Las hojas se arrojaban a los muladares de las casas hasta que alguien tuvo la ocurrencia de rellenar con ellas un colchón para el Pontífice que, desde entonces, dejó de sufrir las picaduras de chinches que atormentaban su descanso. Es una de las muchas utilidades que se le atribuyen a la posidonia oceánica, una fanerógama marina convertida hoy en la especie vegetal de mayor importancia en el ecosistema costero del Mediterráneo, mar del que es endémica. La posidonia oceánica no es un alga, a pesar de que su aspecto pueda confundir a muchas personas. Es una planta con flores que tiene hojas, rizomas (corresponden a los tallos) y raíces, y prefiere para un asentamiento inicial el fondo rocoso. Su presencia en el medio marino es un claro indicador de la buena calidad de las aguas. De hecho, las praderas de posidonia, que se extienden desde la superficie hasta 40 metros de profundidad, requieren para su óptimo desarrollo aguas transparentes, bien oxigenadas y exentas de contaminación. Estas praderas constituyen el hábitat marino más representativo de la costa almeriense al ocupar más de 12.000 hectáreas. La importancia de su presencia en Almería se incrementa considerablemente si se tiene en cuenta que son, junto a las de la costa murciana, las mejor conservadas y de mayor diversidad del Mediterráneo peninsular. Los amantes de los fondos marinos tienen, en las aguas de las playas de Villaricos y Terreros -municipios cercanos al límite con Murcia-, la mejor oportunidad para disfrutar del espectáculo natural que ofrece una de las colonias más extensa del litoral español. En esta zona ocupan más de 6.300 hectáreas, que llegan a superar los tres kilómetros de anchura y que se extienden desde la misma línea de la costa hasta los 30 metros de profundidad. Pero no sólo en Villaricos y Terreros se puede encontrar una planta marina tan provechosa como desconocida. También está presente en un entorno de unas 5.800 hectáreas del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, con la particularidad añadida de que es el único ámbito del litoral andaluz donde está legalmente protegida. Otras 742 hectáreas de una colonia situada entre Punta Entinas y Punta Sabinar (la más occidental de esas dimensiones que se puede encontrar en las costas mediterráneas europeas) completan la superficie más importante de posidonia oceánica en la provincia de Almería. A esta fanerógama se le han atribuido a lo largo de la historia multitud de usos. En Egipto aún se sigue utilizando para aliviar las dolencias de garganta y de la piel y muchos de nuestros antepasados comprobaron cómo sus enfermedades respiratorias remitían con tan sólo reposar la cabeza sobre almohadones rellenos de hojas secas y limpias de esta planta. Se utilizó para fabricar vidrio y relatan los textos antiguos que los pescados que llegaban a Madrid iban en ocasiones embalados con estas hojas. Pero, sin duda, entre sus muchas utilidades, una de las más apreciadas por los estudiosos del mar y una de las que invitaría a reflexionar a quienes carecen de reparos para destruir el patrimonio natural, es la que convierte a la posidonia oceánica en un perfecto indicador biológico. Su importancia radica en que favorece la sedimentación y, por tanto, retienen la arena en la franja litoral, con lo que estabiliza los sustratos arenosos y atenúa la erosión costera. Su desaparición acentúa los procesos de regresión de las playas, al aumentar la erosión. Estas praderas son también la base de un ecosistema muy productivo que constituye la principal fuente de oxígeno y materia orgánica de las aguas mediterráneas y albergan una comunidad animal y vegetal excepcionalmente diversa en la que viven y nacen numerosas especies.

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