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"Un atentado cultural"

"Ha sido un atentado cultural; una muestra de despreocupación manifiesta de las corporaciones anteriores, cuando encima se tenía dinero y se lo gastaban en fiestas", afirma Francisco Conejo, concejal de Juventud de Alhaurín por el PSOE. Conejo sabe que la denuncia del estado del legado Thörlichen le obliga a un compromiso y está dispuesto a asumirlo. Ya han puesto en manos de un servicio jurídico el tema de la fundación y buscan expertos que restauren la obra. "Tuvo una enorme generosidad, pidió muy poco y nadie le hizo caso; es una vergüenza", dice. En los doce años de gobierno del independiente José Ortega, ahora enrolado en las filas del Partido Popular, el empuje Thörlichen duró apenas un año. Iniciaron la constitución de la fundación que difundiría su obra y becaría a jóvenes artistas, se colocó una lápida en el cementerio de Alhaurín en su memoria y se le dedicaron unas palabras de homenaje. Pero a partir de 1988 llegó el olvido, como le sucedió a la Fundación de Gerald Brenan. Sus amigos civiles recuerdan a un hombre enjuto y encorvado por la artrosis, que rompió con su familia y huyó de los nazis, muy viajado, con enorme cultura y amabilidad. A los pocos días de su muerte el fotógrafo malagueño Pepe Ponce le dedicó una emocionada exposición. Maite Rengel, secretaria de la nunca constituida Fundación Thörlichen, estableció con él una "breve pero intensa relación". Como trabajadora social de Diputación en Alhaurín conoció al anciano dos años antes de su muerte y le procuró la asistencia sanitaria de la que carecía. Thörlichen, cuyos asuntos económicos llevaba un amigo íntimo, donó también su dinero a la fundación. Antes de morir le habían limpiado la cuenta bancaria. "Era un hombre de exquisitos modales, muy culto y vivido, que sacaba el genio cuando veía una injusticia", recuerda Rengel, que guardó en su casa las fotografías del artista cuando vio la actitud municipal. "Yo no entiendo de arte; siento una deuda personal y quiero que se le dé a Gustavo el sitio que merece; y ahora es el momento", afirma. Pedro Pizarro, actual director de la Fundación Picasso, tuvo en aquellos años una galería en Alhaurín. Aplaude la recuperación del legado. "Es un patrimonio del arte contemporáneo. Un artista de trayectoria importante. Creo que habría que hacer un museo en las cuevas que guardase el misterio de su obra y le relacionase con otros artistas de su época".

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Un legado artístico despreciado
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