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Un hombre se entrega a la policía tras matar a su mujer en Pontevedra

El agresor hirió a un hombre que trató de impedir la agresión

Pilar Soto Garrido, de 34 años de edad, murió ayer, poco antes de las cinco de la tarde, en pleno centro de Marín (Pontevedra) tras ser repetidamente apuñalada por su marido, Manuel Soto, que la persiguió por varias calles hasta acorralarla contra una verja. El agresor se entregó anoche a la policía tras haber permanecido casi cuatro horas en paradero desconocido.Ambos cónyuges -en trámite de separación y con un hijo de 16 años y otro de 4- acababan de sostener, según la policía local, una fuerte discusión minutos antes en el bar El Almirante, que la mujer regentaba desde hace un año. Manuel entró en el local y al poco se inició el enfrentamiento.

Un cliente, de nombre Miguel Ángel y apodado El Argentino, que había sido camarero en un bar cercano, fue acuchillado por Manuel Soto cuando trataba de interponerse para impedir la agresión a la mujer. El herido salió a la calle y se desplomó a unos 70 metros del establecimiento. Fue trasladado al hospital de Montecelo, donde anoche permanecía ingresado grave.

Pilar Soto, ante el cariz que tomaba la situación, intentó escapar, pero aunque ganó la calle y no cesó de pedir ayuda, no pudo distanciarse de su marido, que, tras perseguirla blandiendo el cuchillo, la dio alcance en la Alameda. La mujer se arrojó al suelo junto a una verja buscando protección, pero Manuel le asestó cinco puñaladas mortales.

El agresor, para huir del escenario de los hechos, se apoderó a punta de cuchillo de un Alfa Romeo de color rojo en el que viajaban una mujer con su niño y puso rumbo a Pontevedra. Tras recorrer un kilómetro, Manuel liberó a ambos. Después, se dirigió a casa de su cuñada y le confesó que acababa de matar a Pilar. La cuñada contó posteriormente a los medios de comunicación que ella le pidió que se entregase a la policía, a lo que él respondió: "No puedo, porque ya estoy muerto". Tras continuar la huida, el fugitivo llamó por teléfono a la policía para pedir consejo.

Manuel Soto es marinero de profesión y, según testimonios de varios vecinos, acababa de llegar de un pesquero en el que había faenado durante varios meses en aguas del banco canario-sahariano.

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