Grandes negocios sucios
El otro gran escándalo que está investigando la Fiscalía rusa es el desvío de divisas de Aeroflot a través de la firma suiza Andava. Se trata de entre 300 y 500 millones de dólares (entre 48.000 y 80.000 millones de pesetas), cuya exportación habría sido organizada por el magnate Borís Berezovski a través de la compañía helvética. Que un empresario esté relacionado con negocios no del todo limpios, no es algo novedoso. Pero el interés lo da el protagonista: Berezovski, miembro de lo que se conoce en Rusia como La Familia, es decir, el entorno de Borís Yelstin. El magnate ejerce su gran influencia a través de su amiga Tatiana Diachenko, hija y asesora del líder ruso.Berezovski, calificado de "genio del mal" por el financiero George Soros, hasta hace poco controlaba la compañía aérea Aeroflot, la más importante de Rusia. Da la casualidad que el director general de Aeroflot es Valeri Okúlov, casado con Yelena, la hija mayor de Yeltsin. Pero, en contra de lo que puede parecer, Okúlov y Berezovski no son aliados. El yerno de Yeltsin fue uno de los que apoyó las investigaciones lanzadas contra Berezovski por el fiscal general Yuri Skurátov, suspendido hace meses de su cargo por Yeltsin. La razón es sencilla: estaba cansado de que el dinero desapareciera y todo lo aprovechara Berezovski. Okúlov, en los primeros meses de este año, dio un auténtico golpe de palacio en Aeroflot y se deshizo de los hombres de Berezovksi.
La investigación sobre Andava era tan grave que Skurátov, en abril, llegó a dar orden de busca y captura contra Berezovski, pero el multimillonario se refugió en Francia. Una semana más tarde, la orden fue revocada y Berezovski pudo regresar a Moscú.
Créditos desviados
No sólo en conexión con el blanqueo de dinero a través del Bank of New York se habla de los créditos dados a Rusia por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Incluso si el ex representante de Rusia ante el FMI, Konstantín Kagalovski, tiene razón al afirmar que eso créditos no pueden ser robados ni lavados, no es menos cierto que se ha demostrado que pueden servir para especular, financiar campañas electorales y enriquecer a algunos privilegiados.Una auditoría de Price Waterhouse Coopers ha confirmado este mes que el Banco Central ruso desvió durante años millones de dólares al paraíso fiscal de la isla de Jersey. Después de colocado en la firma Fimaco a un interés del 5,5%, el dinero era repatriado e invertido en bonos del Estado. El negocio era redondo: los intereses de los bonos estatales llegaban al 200%. Algunos expertos calculan que sólo en 1996 se pudieron haber obtenido de esta manera ganancias de mil millones de dólares; parte de ellas se utilizaron en financiar la campaña presidencial de Yeltsin, y otra parte fue a los bolsillos de conocidos magnates
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