Sansebastianeando
- Sucedió una noche. Prosigue la polémica sobre el estado de ánimo de Rociíto. Mientras una revista afirma que ella y su marido mantienen vidas separadas -algo normal entre los mamíferos que no son siameses-, otra afirma que siguen sin verse -con lo que la cosa se reduce a un problema oftalmológico-, y otra explica que Rociíto está refugiada con sus hijos -lo que confiere al asunto algo de historia de amor en Kosovo-. Pero no se vayan, amigos, aún hay más. Éste es el fabulous resumen Martínez de las revistas del cuore: a) Carlos Larrañaga pide a Isabel Prinz "lealtad, amor y paciencia" -ignoro quién es esa Prinz, pero con ese background sólo puede ser su madre-; b) "Chabeli y James ya hacen vida normal en su casa de Santa Mónica", aunque queda sin confirmarse si Chabeli ha consultado en el María Moliner el concepto "normal"; c) una revista entrevista a Richard Gere al cumplir 50 años, y en efecto declara: "Tengo 50 años"; d) Los barones Thyssen celebran su 14º aniversario; Carmen Cervera va y se ríe. Por lo demás, otro escándalo en Rusia confirma que el organismo menos corrupto de Rusia es el hígado de Yeltsin. Aznar, a su vez, ameniza el fin del verano desde Quintanilla de Onésimo, una villa cuyo topónimo aún no se ha adaptado a la democracia -en el caso de hacerse, todo parece indicar que Aznar eliminaría las partículas Quintanilla de-. En otro orden de cosas, llego a San Sebastián. En el aeropuerto, unas simpáticas hawaianas me ponen el típico collar de flores donostiarra. En eso me giro y se me acerca una enfermera que me dice: "Qué calor, ¿le importa que me ponga fresquita?", momento en el que vuelvo brevemente en mí y me digo rayos, creo que en vez de una pastilla roja y dos azules lo he hecho al revés.- Donostia, que sais-je? Bueno. En San Sebastián veraneaba la realeza -antes de irse a veranear a Estoril-, y durante el Big Kahune, Franco. No estoy muy puesto en filología euskera, pero igual el nombre euskaldún de San Sebastián -Donostia- viene de esos tiempos. Aunque es posible que no. Verifíquenlo. En San Sebastián hubo el intento más serio de atentado contra Franco. Lo organizó un grupo libertario hispano-mexicano. El plan se ejecutó con, snif, precisión hispano-mexicana. Desde 1975, ningún jefe de Estado ha vuelto a veranear a San Sebastián. En 1975, nadie pidió disculpas a nadie. Dejar de ir a San Sebastián puede leerse como una disculpa. O como una astucia. O como la confirmación de que pedir disculpas es una astucia. Si usted tiene novia/o, qué le voy a decir. Esta mañana a primera hora San Sebastián tenía aspecto de villa balnearia de novela de Thomas Mann, en un país en el que nadie lee a Thomas Mann. La ciudad está llena de turistas madrileños y catalanes. Por las calles no hay nadie vestido de giraldilla, de lo que se deduce que lo de Sevilla fue una moda aislada. En este momento estoy tomándome un cortadete en una terraza. A mi lado hay un grupo de viejecitas catalanas que hablan de sexo. Creen que una lengua latina no se parece a otra, de manera que los que estamos en la terraza nos enteramos de unas cosas que, al menos yo, glups, hubiera deseado no saber en toda mi vida.
- La inauguración de las cosas en el país de la cosa. La cosa de la semana en San Sebastián ha sido la inauguración del Kursaal, al que Iberia decidió no invitarme. Se trata de un edificio singular repleto de metáforas hispánicas. Era un solar, en el que antaño estuvo edificado el Kursaal, un casino que Primo de Rivera envió al garete. Para edificar algo sobre él, hubo presiones ciudadanas para que ese algo se pareciera al vetusto edificio anterior. El edificio chachi-moderno edificado al final ya se ha inaugurado dos veces. La primera coincidiendo con unas elecciones municipales. En otoño será la tercera. En el acto de la inauguración, varios grandes ideólogos de distintas y distantes instituciones reivindicaron la cosa como idea suya. El edificio es una obra bella, de hormigón y vidrio. El día de la inauguración -y esto es otra metáfora- había un gato encerrado entre dos vidrios. Lo vio Maribel, corresponsal de la casa en la cosa, y a quien reconozco por el tutú que en todas las inauguraciones todos los chicos y chicas etc. Mañana sigo en el norte del sur, pero según se entra a mano izquierda.
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