"No quiero formar parte de la historia"
El suizo Peter Zumthor, último premio Mies van der Rohe de Arquitectura Europea, se ha convertido, con tan sólo 13 edificios construidos, en uno de los popes de esta disciplina. El arquitecto, que ha participado en el curso de verano La construcción del proyecto que la Universidad Complutense ofreció recientemente en Aguadulce (Almería), no muestra el más mínimo interés por los laureles que, a sus 56 años, le han caído encima. Y asegura: "No quiero formar parte de la historia de la arquitectura, sólo quiero hacer buenas casas".Sin embargo, y a pesar de sus deseos, sus obras se estudian ya como ejemplo de arquitectura minimalista y respetuosa con los materiales. "No tengo un estilo, no estoy interesado en las formas, sino en el uso del edificio, en la historia de ese uso y en el lugar en el que se construye. Mi trabajo es tan normal como antes, con cosas simples. No estoy interesado en ser famoso", comenta el arquitecto, que recibió el premio Mies van der Rohe por el museo de Bregenz, en Austria. Zumthor, un curioso que disfruta descubriendo pequeñas cosas tanto en la vida como en la arquitectura, no está dispuesto a que la fama altere ninguna de las costumbres que mantiene desde el año 1979, cuando abandonó la ebanistería, un oficio que aprendió de su padre, para dedicarse a la arquitectura.
El arquitecto, que explicó algunos de sus proyectos a los alumnos del curso que ha dirigido el sevillano Guillermo Vázquez Consuegra, aprovechó su estancia en Almería para enfrentarse a su próxima obra: "Me han pedido que construya un hotel en el desierto de Utah y yo odio el aire acondicionado. Así que me propongo hacerlo de forma que el edificio mantenga un ambiente frío sin necesidad de máquinas", comenta el arquitecto, que ha realizado los primeros dibujos bajo el calor de Almería y es muy optimista en su lucha contra las altas temperaturas.
"Antes de comenzar a trabajar ya tengo una idea general de lo que voy a hacer; es como si lo viera en una fotografía. Sé que tendrá gruesos muros y agua que caerá por las paredes en forma de cascada. Será mi primer trabajo para un clima tan cálido". Además de este encargo, que calcula que le llevará unos siete años, como el resto de su trabajo, el arquitecto tiene pendientes otros tres hoteles que se ubicarán en lugares muy distintos de su país.
"El cliente que me encarga algo ya sabe lo que tardaré. Trabajo en mi estudio con 15 personas como máximo, pero yo me encargo siempre de todo el proceso. Conozco cada detalle de todos los edificios, y realizo absolutamente todos los dibujos", precisa Zumthor, que firma obras tan admiradas por sus colegas como la residencia de ancianos de Masans (1992-1993) o los baños termales de Vals (1990-1996), ambos ubicados en Suiza. El arquitecto tiene su propio ritmo y no está dispuesto a alterarlo. No le importa perder un encargo si éste le va a suponer cambiar su método de trabajo, ya que acelerar su proceso de producción le supondría perder el control sobre la totalidad de sus proyectos.
La obra de Peter Zumthor es como una sinfonía, como una orquesta en la que cada materia que emplea da el sonido esperado. "Todo lo que hago tiene que ver con los recuerdos. Los humanos sin recuerdos, como los arquitectos, se convierten en seres estúpidos". El arquitecto suizo explica así cómo en cada nueva obra busca las sensaciones que experimentaba en su infancia en un lugar muy particular para él, y que para cualquiera no tendría nada de especial: la casa de su tía. Es precisamente esa casa en la que siempre piensa. "Trabajo como un compositor; primero oigo la música en mi cabeza y luego la escribo. Otros arquitectos componen primero y después oyen lo que otro les toca", concluye Peter Zumthor, quien aseguró en Almería que no le importaría hacer un proyecto para España, porque en este país trabajan "muy buenos profesionales".
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.