Imágenes y palabras
Una imagen vale más que mil palabras. A veces, sin embargo, es al revés. En esta ocasión hay que usar las palabras para denunciar el uso de las imágenes en los medios de comunicación con la finalidad de orientar la opinión del espectador.Hace tiempo que no vemos en televisión las desgarradoras imágenes de coches destrozados y las manchas de sangre reciente en el pavimento, fruto de algún atentado de ETA. Seguro, sin embargo, que las veremos, ojalá que como imágenes de archivo, para ilustrar alguna información relativa al juicio de algún etarra tras su extradición o alguna iniciativa relacionada con las penas que cumplen los responsables del terrorismo vasco. Son imágenes que nos impactan y difícilmente dejarán de estremecernos. Quedarán en nuestra memoria de la violencia política en este país.
La realidad obliga a cambiar las portadas de los telediarios y la imagen del senador vitalicio Augusto Pinochet aparece con frecuencia en las crónicas que siguen el complicado procedimiento jurídico de su extradición a España. Los cargos que se le imputan le responsabilizan de actos de tortura y asesinatos que le colocan como el responsable de la violencia política en un periodo reciente de la historia chilena. La confusa postura del Gobierno español se va aclarando quizá cuando se analizan las imágenes que acompañan a la crónica de los informativos televisivos. Recuerdo uno de los últimos telediarios (19 de agosto de 1999, tres de la tarde, TVE-1): las imágenes nos mostraban al anciano dictador, con paso lento, elegante y de aspecto frágil, recorriendo con dificultad algunas de las estancias de su cárcel londinense, el porche, el jardín, el salón de lectura; la cámara recorría en plano corto la muleta que le ayuda a sostenerse difícilmente en pie. No, no era la sección de Gente. Se trataba de una crónica judicial, pero ninguna imagen de las víctimas (ya no existen) ni de sus restos, ni de los escenarios de los crímenes (nos quieren hacer creer que no existieron).
Es en estos casos cuando debemos recurrir a miles de palabras para sustituir esa imagen que nos roban. Las palabras existen en los testimonios de los supervivientes, de sus familiares, de los textos que relatan aquellos acontecimientos. Curiosa estrategia informativa que obliga al ciudadano a completar la crónica por su cuenta con miles de palabras para encontrar la objetividad.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.