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Entrevista:

"Vuelvo a la ópera porque inaugurar el nuevo Liceo es muy especial para mí"

A Núria Espert le brillan los ojos. Se siente feliz e ilusionada de poder participar en lo que considera un gran honor: inaugurar el nuevo Teatro del Liceo de Barcelona, el próximo 7 de octubre, como directora de escena de una nueva producción de la ópera de Puccini Turandot. Parece contagiada de la excitación que se vive estos días en el teatro para que todo esté a punto en la fecha señalada. Ella lo compara con una carrera de fondo a pocos kilómetros de la meta, con todos los corredores prácticamente exhaustos por el esfuerzo, pero deseosos e ilusionados de cruzar la línea final. De mostrar a Barcelona y al mundo que pese a los cinco años y medio que han pasado desde que el coliseo se quemó, el Liceo sigue siendo el Liceo."Lo que hace muy especial esta producción de Turandot", dice la actriz y directora de escena, "es que, además de ser una gran ópera, es la obra con la que se reabre un gran teatro de ópera. En el Liceo todo el mundo está excitado y temeroso, y eso se contagia y hace que este estreno sea verdaderamente diferente a todo lo que he hecho hasta ahora".

Espert empezó el pasado lunes los ensayos de escena con el coro del Liceo. El 1 de septiembre llegarán los solistas que deben estrenar la ópera, tres repartos diferentes de cantantes para las 11 funciones previstas. "Nunca he trabajado con tres repartos; siempre que he dirigido ópera ha sido con dos repartos; creo que será difícil, pero con tantas funciones es normal que se haya contratado a tantos cantantes. La expectación que se ha creado en Barcelona por la reapertura del Liceo es mucha y ello hace que me sienta más honrada por participar de esta inauguración", dice. Núria Espert no conoce personalmente a ninguna de las tres sopranos que protagonizarán la ópera: la estadounidense Sharon Sweet, la austriaca de origen búlgaro Anna Tomowa-Sintow y la italiana Giovanna Casolla, pero pese a las diferentes concepciones que cada una de ellas tenga del personaje no cree que surjan problemas. "Ya veré cómo tengo que trabajar con cada una, pero son profesionales y al igual que deberé adaptarme a sus posibilidades, ellas tendrán que hacer un esfuerzo porque ya saben que en el Liceo harán la producción que yo dirijo. No las conozco, pero los tres repartos son muy buenos".

Confiesa Núria que dirigir le hace sentirse insegura. "Pero me siento insegura con todo, excepto, quizá, cuando interpreto", asegura. "Pero por ahora, con el coro del Liceo, sólo he encontrado ganas de trabajar, un deseo inmenso de hacer de esta Turandot algo muy especial, y esto me favorece mucho y estoy segura de que cuando lleguen los solistas también tendrán esa misma excitación".

Con esta producción de Turandot, Núria Espert regresa a la ópera después de que en 1994, tras la muerte de su esposo, Armando Moreno, decidió abandonar temporalmente la dirección de escena en el mundo de la lírica después de haber dirigido 5 óperas y más de 30 reposiciones de sus producciones. "Desde entonces he recibido muchas ofertas, pero decidí decir que no a todo. Pero cuando llegó la del Liceo no lo pensé ni un momento. Incluso cuando no había estado nunca, para mí era algo especial, era una parte intrínseca de Barcelona, como La Rambla. Por ello me sentí muy honrada de que me ofrecieran participar en esta inauguración, a pesar de que al principio me dijeron que abrirían con La vida breve, de Falla, una ópera que no comprendo, que no está hecha para mí y que ya rechacé cuando me la ofrecieron en el Teatro de la Zarzuela y en el Teatro Real de Madrid. Pero dije que sí porque quería estar en el Liceo en la noche de su inauguración. Y cuando me dijeron que finalmente se abriría con Turandot me llevé una alegría porque es una ópera que me encanta, quizá la que me gusta más de Puccini".

Asegura Núria Espert que su montajes de Turandot cuenta con todos los elementos para reconocer la ópera. "No es intemporal, pasa en Pekín, en un mundo bárbaro y antiguo, muy refinado, muy bárbaro y muy misterioso, y espero que muy precioso. Como pide insistentemente Puccini en sus cartas y notas al director de escena".

De todas las versiones de la historia, la directora de escena cree que la de Puccini es la mejor. "Es una historia que se ha tratado muchas veces; las conozco y las he seguido todas, pero ninguna de ellas tiene la profundidad, la belleza, el misterio que le da Puccini en su ópera. Supo crear un personaje maravilloso, fascinante, de los más negros de la historia de la literatura. Y digo literatura porque Puccini describe con su música los sentimientos y las motivaciones".

"¿Cómo veo la ópera? No la veo como un cuento de hadas, como una fábula, como un cuento de Las mil y una noches. Me la tomo en serio. Escucho el texto, las cosas que dice. Cuando habla del placer con que asesina y mata, me lo creo; cuando la llaman la insomne, la taciturna, la sádica, la cruel, me lo creo, y esto hace que toda la mirada sea una mirada más respetuosa. Que pase en Pekín y que los personajes vayan con ropajes asiáticos no me parece un pretexto suficiente para hacer de todo ello un cuento para niños", dice la directora.

Se resiste Espert a adjetivar a su Turandot, pero asegura que para ella el personaje de la princesa china "no es una mujer caprichosa como tantas veces se ha representado. No es una mujer rara a la que le dan un beso y se olvida de todo y de que ha matado a 40 hombres porque es estúpida. No es esto lo que está escrito ni lo que dice la música", advierte.

La interpretación de la soprano María Callas que Espert hizo en la obra Master class no cree que la haya ayudado a entender mejor a los cantantes de ópera. "Ya los entendía y los respeto mucho. Cuando Callas habla de su profesión, me recuerda mucho a la mía, con ingredientes diferentes, pero no hay nada que diga en lo que no hubiera pensado. Creo que existe una imagen falsa de los cantantes de ópera, del divo siempre al borde de un ataque de nervios. Desde mi punto de vista son la gente más disciplinada del mundo, con una vida muy dura y muy exigente desde que reciben la primera clase hasta que se mueren. Llegan a los teatros sabiendo lo que tienen que hacer y se encuentran muchas veces con tipos pretenciosos que creen saber mucho más que ellos y que en realidad no están preparados para dirigirlos escénicamente. Los entiendo tanto que no sé cómo son tan normales y sencillos".

Después de esta Turandot, Núria Espert asegura que tardará en volver a dirigir ópera. "Al menos pasarán dos años porque tras la inauguración del Liceo tengo previsto continuar con las representaciones junto a Adolfo Marsillach de ¿Quién teme a Virginia Woolf? hasta el 31 de diciembre del año 2000. Estoy ultimando un proyecto de una obra dramática para el año próximo y tendré que encargarme de las reposiciones de Turandot. Pienso volver a dirigir nuevos montajes operísticos, me gustaría hacer Salomé, pero tardaré en volver".

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