Los ingleses vuelan antes del nido
"Son unas vacaciones de ocho meses". Con esta frase define el londinense Gary Sayce el periodo que está pasando en la Comunidad Valenciana como estudiante de castellano. Gary se está llevando muy buena impresión de esta tierra -antes de visitarla creía que sus habitantes eran maleducados, hoscos y que le tenían manía a sus compatriotas por la forma en que algunos se comportan en Benidorm-, pero hay una cosa que ni en toda una vida de residencia aquí llegaría a entender: la permanencia de los hijos en el hogar paterno hasta que se casan. "No entiendo por qué pasan tanto tiempo con sus familias", señala. No obstante, Gary reconoce que no es oro todo lo que reluce. Destaca que en Londres es usual comenzar a buscarse la vida a los 16 años e independizarse en cuanto se dispone de un empleo que lo permita, pero eso puede tener consecuencias negativas sobre el carácter. "La gente de Londres es muy cerrada, quizá porque está demasiado acostumbrada a trabajar. En general, los valencianos son mucho más abiertos que los ingleses", señala. El primer destino de Gary como estudiante fue Salamanca, pero lo cambió por Alicante en busca de la playa y el mar. De los salmantinos dice que son más amistosos que los alicantinos, aunque éstos se muestran más abiertos que los madrileños, que a Gary le recuerdan a los londinenses: poco habladores y con prisa. Gary está, por tanto, fascinado con la vida plácida a orillas del Mediterráneo. Pero da la impresión de que es una fascinación efímera. "En Londres la vida es tan rápida que, si decidiera vivir aquí, me costaría mucho acostumbrarme a que todo sea tan tranquilo", dice. Utiliza un elocuente ejemplo: "Vas a McDonalds en Londres y pides un Big Mac y si tardan unos segundos en servirte ya estás protestando. Aquí pueden pasar 10 minutos sin que te sirvan y no pasa nada", señala. Vamos, que para Gary la comida rápida en la Comunidad Valenciana sólo tiene de veloz el adjetivo. De Inglaterra sólo echa de menos a la familia y a los amigos. "No el tiempo, desde luego", bromea, aunque sí siente nostalgia por los domingos ingleses, muy diferentes a los españoles. "Da la impresión de que aquí los domingos se consagran a estar con la familia. Parece que es más o menos obligatorio, mientras que en Londres, como mucho, te juntas para cenar", argumenta. Cuando vuelva a Londres, Gary se llevará consigo algunas costumbres de aquí. Tocar música española con su guitarra le será fácil, aunque él mismo reconoce que vivir tranquilo en Londres es tarea casi imposible. Lo que más le gusta. El ambiente y el estilo de vida. Como principal diferencia con Londres, destaca la tranquilidad. Aquí no hay estrés, según él. Lo que menos. Como buen inglés, Gary detesta el ruido. Y entre la variada gama de ruidos que España ofrece al visitante, selecciona el de los ciclomotores a escape libre. Lo que más le sorprendió al llegar. Las corridas de toros, aunque al poco tiempo las aceptó. Asimismo, Gary esperaba encontrar a mucha más gente con conocimientos de inglés. Así nos ve. Muy amables y muy abiertos, siempre dispuestos a entablar una conversación. "No es como en Londres, donde todo el mundo va con prisa", reflexiona. "En Alicante es posible hablar tanto con un anciano de 70 años como con un niño de 12", asegura. Sólo hay un segmento de edad que a Gary le saca de sus casillas: el de los adolescentes. "No me gustan los valencianos de 16 años. Son muy ruidosos y arrogantes", expone.
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