Europeos con corazón catalán
"Eres un ejemplar único". Rozayla Kosmider se muestra asombrada de que la traten como a un bicho raro. "No esperaba que me miraran como un animal extraño". Y es que Rozayla, de 24 años, tiene la peculiaridad -y el mérito- de ser polaca y hablar catalán. Estudia Filología Hispánica y escogió el catalán como segunda lengua. Lo eligió porque le gusta la cultura catalana y porque "tiene una pronunciación similar a la rusa, que es muy musical". Lo dice con un tono de voz bajo e inseguro. Ahora está en la Universitat Catalana d"Estiu, que hoy concluye en Prada de Conflent, con una de las 20 becas que concede la institución a extranjeros que estudian catalán. Es la novedad de este año: la universidad ofrece a los estudiantes la posibilidad de participar de forma gratuita en todas las actividades académicas, una habitación y las comidas. A cambio, ellos dedican cinco horas al día a ayudar a la organización. Unos trabajan en la guardería, otros en secretaría, en el bar o en el equipo de acción inmediata (que distribuye el material por las aulas). Rozayla está en la secretaría por las tardes. Por las mañanas va a clase de Historia del arte y Cultura catalana. En Polonia es posible estudiar catalán en todas las universidades donde se imparten estudios de Filología Hispánica. Como ella, hay más; de Italia, Hungría, Inglaterra, Alemania y Francia. Domonkos es húngaro y tiene 26 años. Empezó a estudiar catalán por casualidad: "En la universidad hacían una publicidad muy buena. Fui a la primera clase y el profesor era tan entusiasta que me quedé". Ha estudiado catalán porque él también es, como Rozayla, estudiante de español. Lo que más le gusta es la diversidad de las clases. Ha obtenido una de las dos becas que había para húngaros. Al mediodía Richard está esperando a que acaben las clases para cerrar las aulas. Es del equipo de acción inmediata, como Domokos. Este inglés de piel blanca y ojos azules habla catalán hace tres años. Tiene 31 años y, a diferencia de la mayoría de los demás becarios de Prada, dejó los estudios universitarios hace años. Trabaja como ayudante de enfermero psiquiátrico y estudia catalán en la Universidad de Oxford. "Las clases las dan profesores pagados por el Gobierno catalán y son gratuitas. Todo el mundo puede ir aunque no estudie en la universidad". El caso de Richard es parecido al de otros: llegó al catalán por otra lengua. En su caso por el occitano. ¿Para qué le sirve a un inglés hablar catalán? "A nivel funcional para nada, pero los catalanes me acogen mejor". Además, lee en catalán a Mercè Rodoreda, Quim Monzó o Ausiàs March. Simone, otro de los becados, asegura que después de dos días en Prada ya le ha perdido el miedo a hablar catalán. Antes de empezar las clases de catalán en la Universidad de Trieste (Italia), en noviembre del año pasado, no sabía ni que existía esa lengua. Ahora sonríe ante la pregunta de ¿y te ha servido de algo conocerla?: "He conocido gente y es una puerta abierta en el mundo laboral, porque las fábricas italianas tienen mucha relación con Cataluña". Por las tardes tiene dos ocupaciones: ordena el material de las aulas y ayuda en el bar, donde pone compactos. Cree que Cataluña es "una comunidad con voluntad de hacerse conocer en el mundo", aunque se sorprendió cuando en Barcelona todo el mundo le contestaba en castellano.
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