Bermúdez estuvo escondida en el chalé de Sampietro y pasó varios días en Eurodisney
Durante toda su desaparición, desde que la tarde del 9 de agosto firmara su pase al Grupo Mixto y la moción de censura que ayer daba al GIL el Gobierno de Ceuta, la tránsfuga Susana Bermúdez estuvo controlada por tres personas de la máxima confianza de Jesús Gil en la ciudad autónoma: Antonio Sampietro, Francisco Torres y Jesús Simarro. Nada más firmar la moción, Bermúdez se reunió con Mari Carmen Seco, la esposa de Sampietro, y con la hija de ésta, Ana, de 23 años. Ellas tres y las dos hijas de Bermúdez, de 12 y 3 años, salieron aquel mismo lunes en un transbordador hacia la casa de Sampietro en Marbella.
Allí, en el chalé de Antonio Sampietro -desde ayer nuevo presidente de Ceuta-, estuvieron descansando dos días. Era ésa la piscina donde el padre de la tránsfuga aseguraba entonces que se estaban bañando sus nietas. Ángel Bermúdez, aunque lo negó insistentemente, conocía exactamente todos los pasos que estaba dando su hija, acompañada siempre por la esposa de Sampietro y la hija de ésta.El jueves, a las seis de la mañana, todas ellas tomaron un avión en Málaga que las condujo a París. Allí estuvieron una semana entera, de "vacaciones", como le gusta decir a Susana Bermúdez, con todos los gastos pagados por el GIL.
No pudieron encontrar alojamiento, como era su intención, en los hoteles de Eurodisney, el parque de atracciones situado no muy lejos de la capital francesa. Por eso optaron por un hotel de París, aunque prácticamente todos los días se trasladaban al parque de atracciones, siempre en compañía de varios guardias de seguridad del entorno de Jesús Gil.
En Eurodisney fueron vistas por un matrimonio de Ceuta que inmediatamente llamó a un viceconsejero del Gobierno de Jesús Fortes para contarlo. Sin embargo, las especulaciones habían sido tan numerosas en los días anteriores, que nadie les dio crédito.
El regreso a Ceuta fue preparado con mucha calma, para que nadie que no fuera del GIL pudiera tener contacto con la diputada tránsfuga antes de la votación de ayer. El jueves pasado, siempre junto a la mujer y la hija de Sampietro, Bermúdez se trasladó a Madrid, y luego en AVE a Sevilla, para acabar en Ronda, donde permaneció en un cortijo propiedad de un hombre de confianza de Sampietro. Allí se separaron. La hija mayor de Susana se fue a un campamento de verano, y la pequeña viajó hasta Ubrique para reunirse con su abuela y sus dos tías. La mujer de Sampietro y su hija llegaron el sábado a Ceuta.
Este día, a las cuatro de la madrugada, Francisco Cazalla, marido de la tránsfuga, y que no se movió de Ceuta durante toda la desaparición de ésta, fue trasladado a una habitación del tercer piso del hotel Las Murallas. Allí se encerró, y se dedicó a ver la televisión, esperando a su esposa, que llegaba a Ceuta en un ferry alrededor de las nueve y media. Cazalla se había cambiado de habitación a media tarde, para quedarse ya definitivamente en la 317, que está comunicada con la 319. Los hombres del GIL habían reservado ambas en previsión de que también llegaran las hijas de la tránsfuga.
Susana entró a las 9.45 por el garaje del hotel y subió a la 317, donde la esperaba su marido. A la mañana siguiente fueron a visitarla su padre -puntualmente informado de toda la operación-, Sampietro y el propio Jesús Gil, que llegaba en helicóptero desde Málaga para reunirse por primera vez con Susana Bermúdez. Después vino la votación.
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