Bermúdez será consejera, y su marido, viceconsejero
Muchos han hablado de la enorme cantidad de dinero que el GIL ha podido ofrecer a Susana Bermúdez para que se convirtiera en tránsfuga. Sobre este asunto nada se sabe, pero lo que ya es definitivo son las prebendas políticas que ha obtenido por su voto. Ya se había anunciado que Bermúdez sería consejera de Cultura y ayer lo confirmaron tanto Antonio Sampietro como Jesús Gil. Pero además, esta misma mañana Sampietro, que instó al delegado del Gobierno, Luis Vicente Moro, a que se "marche de la ciudad" autónoma, ofrecerá al marido de Bermúdez, Francisco Cazalla, la viceconsejería de Participación Ciudadana.En la rueda de prensa, Bermúdez argumentó su decisión por el hecho de que el anterior Gobierno no le hubiera concedido esos cargos ni a ella ni a su marido. Constantemente hablaba del "maltrato" al que le sometieron los diputados y miembros del Ejecutivo.
La tránsfuga dejó sin respuesta dos preguntas fundamentales. La primera es qué ha cambiado en el último mes para que una persona que apoyó e incluso elaboró el pacto de Gobierno de los tres partidos (PP, PSOE y PDS) lo rompa ahora y apoye al GIL. Sólo farfulló que todo lo hizo por disciplina de partido. Pero reconoció que en ningún momento avisó de que podía pactar con el GIL, ni siquiera como amenaza para que cambiaran esa supuesta actitud de desprecio.
El otro interrogante es si Bermúdez, que califica de "pacto antinatura" el realizado con el PP, considera que el GIL está más próximo a sus ideas. "No tienen ideología", se limitó a contestar. En todo momento mantuvo que ella sigue siendo socialista e incluso llegó a decir que seguirá votando al PSOE. Y añadió que desde su nuevo puesto de consejera llevará a cabo sus ideas socialistas. Aquí la interrumpió Gil, para decir que eso es posible en su partido.
Bermúdez se convirtió por un día en la líder del GIL en Ceuta. Tanto que Gil propuso que se establezca el "día oficial de Susana Bermúdez". Ella se ruborizó. Pero no se negó. Luego dijo que aún no se plantea entrar en el GIL. La debilidad del carácter de Bermúdez, de la que hablan los que la conocen, quedó patente ante los aplausos de los simpatizantes del GIL: se echó a llorar. Comprendió que eso la podía beneficiar, y posó con descaro ante los fotógrafos.
Por la noche, en una entrevista en la cadena SER, Bermúdez dijo que los socialistas tienen "todo el derecho a enfadarse", pero consideró una "barbaridad" lo que ha sucedido en las últimas dos semanas. "Si les preocupa tanto el GIL, ¿por qué no han hecho algo antes para evitar que llegue a conseguir casi mayoría absoluta?", se preguntó la diputada tránsfuga. Y arremetió contra el dirigente socialista Ramón Jáuregui "por su prepotencia" y "actitud dictatorial".
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