Mi corazón no lo tengo allí
Niurka Montalvo es española gracias a la amabilidad de su actual marido en un aeropuerto
Salir de Cuba no es tan fácil como hacerlo de otros países y en muchos casos se convierte en una obsesión. La difícil situación del país ha provocado una huida continua. También hay excepciones. Y variantes amorosas o pseudoamorosas. Niurka Montalvo es un ejemplo de normalidad. No desertó como otros colegas, sino que se casó con un español. También lo hizo en 1992 la esgrimista Taymí Chappé, que dio éxitos nunca vistos antes en esta modalidad en España. Ella era figura en Cuba, pero quería libertad; y hasta se liberó después de su matrimonio español. Iliana Duarte, en cambio, nacionalizada más tarde, se quedó sin más durante una gira artística en la que se había enrolado como bailarina tras ser marginada del equipo cubano de espada.No es el caso de Niurka, medalla de bronce en los Mundiales de Gotemburgo en 1995, que ya estaba en la élite y en el grupo de atletas cubanos que tienen en un hotel y en las pistas de Guadalajara, hace ya varios años, su centro de operaciones para las temporadas europeas. En 1994, precisamente en un viaje de vuelta a La Habana, el velocista cubano Andrés Simón, cuya carrera se vio limitada por su escasa estatura y sólo fue muy competitivo en los 60 metros de la pista cubierta, tuvo el típico problema de exceso de peso en el equipaje. José Sanleandro, protésico dental, residente en Alemania, hijo de emigrantes de La Línea de la Concepción, que viajaba a Cuba por cuestiones profesionales, se prestó a que Simón pasara con su billete los bultos que le sobraban. El atleta, en agradecimiento, le invitó a conocer dónde se entrenaba el equipo en el estadio Panamericano de La Habana, camino de Playas el Este y de Varadero. Y José, que viajó varias veces más, conoció allí a Niurka. El 26 de enero de 1998 se casaron en Marbella. El emigrante convertía a Niurka en exiliada por amor, y el atletismo español ganaba una estrella para sustituir a la anterior venida del extranjero de la misma forma, pero de Estados Unidos: Sandra Myers.
Año y medio después, el 6 de mayo del actual, Niurka obtenía la nacionalidad española. Para entonces, la pareja ya vivía en El Saler (Valencia). Niurka era entrenada por Rafael Blanquer, el primer atleta español que pasó de los ocho metros en salto de longitud.
Niurka, como la mayoría de los deportistas cubanos (incluso los desertores) se lleva muy bien con sus antiguos compañeros. Aunque oficialmente se diga a los que desertan que son "traidores", todos entienden que cada uno puede hacer su vida. Y las raíces siempre tiran, por muy repartidos que estén en el mundo. Los recientes Juegos Panamericanos de Winnipeg (Canadá) han sido el escenario de la última fuga de deportistas cubanos. Esa vez, entre los últimos días de julio y los primeros de agosto, sumados técnicos e incluso periodistas, dejaron la expedición 13 personas. El gobierno cubano se quejó repetidamente de que se había producido un acoso a la delegación por parte de la prensa y de "elementos antirrevolucionarios" para forzar las deserciones. Pero deserta quien quiere o quien puede. Sus razones tendrán los 35 deportistas que han dejado Cuba sólo en los últimos años. Y eso que la posición de que disfrutan en su país es de privilegio. Incluso para desertar: pasan gran parte del año en el extranjero, viajando; y, aunque sus ingresos son limitados, a esa capacidad de movimientos no accede demasiada gente.
Sólo Orlando El Duque Hernández, el mejor lanzador del béisbol, hizo de balsero porque su hermano Liván ya se había quedado en Estados Unidos y él estaba prácticamente detenido en su domicilio. Ambos son estrellas ahora en los Yankees de Nueva York y en los Marlins de Florida, respectivamente, como bastantes "peloteros" más, antes y después que ellos. Y no sólo han sido desertores los jugadores de béisbol, cuyo futuro puede ser millonario. También se han ido otros de muchos deportes menos rentables. Pero algunos quieren más, y no sólo dinero. También desean amor.
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