Schröder inicia el curso político alemán en su cota más baja de popularidad
A partir de hoy, Alemania se gobierna desde Berlín. Tras volver de sus vacaciones en Italia, Gerhard Schröder inaugura esta tarde su despacho provisional, en el edificio donde Erich Honecker, el máximo dirigente de la RDA, trabajaba hace una década. El plan de austeridad presupuestaria, la reforma de las pensiones de jubilación, así como el rumbo político del SPD, son los grandes temas que aguardan al canciller.
Schröder está en el momento más bajo de su popularidad desde que asumiera el poder hace menos de un año, en octubre de 1998. Mientras el dirigente alemán veraneaba en un idílico pueblo costero italiano y los barones del partido andaban a la greña, la CDU ha consolidado su papel como la formación favorita de los alemanes (45%), si éstos tuvieran que votar en unas elecciones legislativas el próximo domingo. En agosto, la Unión Demócrata Cristiana aumentó en un punto su cotización y el SPD bajó del 38% al 36%, según el último barómetro político. Y por si fuera poco, el viejo canciller Helmut Kohl aventajó por primera vez a su sucesor en la lista de los favoritos. Kohl subió al cuarto puesto, y Schröder se deslizó del tercero que ocupaba en julio al sexto.Por delante de Schröder en la escala de popularidad, no sólo están los dos ministros de mayor éxito (el de Exteriores, Joschka Fischer, y el de Defensa, Rudolf Scharping), sino otros políticos de la oposición como Wolfgang Schäuble, el jefe del grupo parlamentario formado por la CDU y la Unión Social-Cristiana de Baviera (CSU) y Edmund Stoiber, el jefe de Gobierno de Baviera. El canciller pasó los primeros seis meses del año dedicado a la UE y a la guerra de Kosovo. Ahora, le ha llegado la hora de la política interior, que es la prueba de fuego con vistas al electorado nacional. Esta semana, el Gobierno quiere aprobar el plan de austeridad y dedicar una cumbre a la reforma de las pensiones.
Sin vacilaciones
En su primera entrevista antes de incorporarse al trabajo, Schröder ha dicho a Bild am Sonntag que piensa mantener la política de austeridad, la reforma fiscal y la reforma del sistema de pensiones. "Éstos son los requisitos del éxito para el Gobierno y el SPD", ha afirmado el canciller. "No debe haber vacilaciones. Debemos mantener el rumbo", añadió. Schröder quiere dedicarse ahora más intensamente al partido, cuya dirección asumió tras el cese de Oskar Lafontaine. La "función teatral del verano", protagonizada por los dirigentes del SPD en su ausencia, resulta perjudicial para el Gobierno y el partido y "se va a acabar", sentenció. Para ello, el canciller piensa hablar claramente con todos los que han sentido necesidad de expresarse. Esto afecta al jefe del grupo parlamentario Peter Struck y al jefe del gobierno de El Sarre, Reinhard Klimmt. El primero propuso un plan de reforma fiscal diferente al defendido por el ministro de Hacienda, Hans Eichel. El segundo se manifestó críticamente respecto a la política de Nuevo Centro (la versión alemana de la tercera vía). Klimmt es un hombre muy cercano a Oskar Lafontaine y muchos consideran su toma de posición como un síntoma de que, entre bastidores, el ex ministro de Hacienda y ex presidente del SPD sigue oponiendo resistencia.En el horizonte está el congreso del SPD, que deberá clarificar la línea oficial. Pero antes, a Schröder le quedan todavía muchos obstáculos por saltar. Las pruebas más duras serán la serie de elecciones locales que tendrán lugar en los próximos meses, comenzando por El Sarre y Brandenburgo el 5 de septiembre.
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