Toros en rosa
A la hora de relatar un festejo de estas características, hay algo indefinible que no cuadra: la plaza estaba llena, cada torero cortó una oreja y dio de sí lo que pudo; sin embargo, una vez traspasados los datos estadísticos, el espíritu se encontraba vacío, de vacaciones.Los toros no son solamente números, tantos derechazos, ¡tantos!, tantos naturales (menos), tantos pinchazos (muchos). Tampoco se pueden percibir nada más que con la vista o el oído, mientras la razón queda coja para entender lo que pasa en el interior del círculo que dicen mágico.
La fiesta tiene que llegar a través de los sentidos, no en vano es metáfora de la vida. No hablo de sensiblería barata, sino de una percepción completa, que abarca el concepto de arte y la emoción que produce.
Tres ganaderías / Ponce, Rivera, El Juli
Tres toros de Jiménez Pasquau, primero, quinto y sexto, blandos. El sexto fue devuelto y sustituido por otro de Gavira. Y tres de Torrestrella, segundo, tercero y cuarto, deficientes de presentación y encastados.Enrique Ponce: saludos; oreja con petición de otra. Rivera Ordóñez: saludos; oreja. Julián López El Juli: oreja; aplausos. Plaza de La Malagueta, 21 de agosto. 7ª de feria. Lleno completo.
Ayer, el diálogo estaba escrito antes de comenzar el festejo. El público sabía a lo que venía y los toreros también; nadie preguntó a los toros. Las revistas del corazón, a través de métodos de consulta, podrían ser las que concedieran los trofeos. No parece que los viejos criterios taurinos tengan vigencia. Por eso, a la hora de contar lo que pasó, hay una esquizofrenia entre visto y sentido que no tiene solución.
Emoción hasta el bostezo La lidia de los dos primeros toros emocionó hasta el bostezo. Ni Ponce ni Rivera llegaron a atemperar el motor de sus oponentes, reduciendo sus desarrollos a tiempos toreros. Las series se sucedían, ya eléctricas, ya de uno en uno, hacia afuera, previsibles, aburridas...
Ponce, en el cuarto, hizo una faena desigual. Brilló la derecha y, por ese pitón, en ocasiones, salieron limpios los redondos, sin necesidad de recuperar la posición. Vimos al Ponce que liga, relajado, bien colocado, con gusto. La estocada fue de buena ejecución pero cayó algo desprendida.
Rivera, en el que cerraba una mala feria suya, se arrimó en dos largas ajustadas y media verónica rodillas en tierra. Con la muleta interpretó un solo de derechazos a distancia rematados con una voltereta espectacular de la que salió ileso afortunadamente.
El Juli hizo de todo. Torero de capa de repertorio, banderillas variadas e irregulares, series mejores entre otras irrelevantes, en línea recta y descolocado. La primera faena fue de más a menos mientras que la segunda no llegó a rematar el vuelo. Todo pasó y nada se recordará mañana. Serán necesarias las revistas rosas para conocer los códigos de conducta.
Babelia
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