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Reportaje:

El estómago también cuenta

Patricia Ortega Dolz

El exigente paladar de los vascos no baja la guardia durante las fiestas. La Semana Grande se convierte así también en una feria gastronómica, en la que gran parte de los asistentes emplean su tiempo en comer y beber. Menús propios de fiestas, pinchos, raciones y bocadillos de todo tipo, acompañados de vino, cerveza o kalimotxo constituyen la base de una gran fiesta que, por supuesto, no deja de lado lo culinario. Hacia las doce de la mañana, una vez que se ha terminado de recoger y limpiar todo lo acumulado el día anterior, las txosnas y los bares comienzan a rellenar sus frigoríficos con el fin de que todo esté listo para la hora del aperitivo y del almuerzo, en el caso de los bares y las terrazas de los hoteles, o para la merienda-cena en el caso de las txosnas, puesto que esa la hora en que la gente vuelve a empezar la fiesta nocturna. Al igual que el recinto festivo, la geografía gastronómica está dividida en dos partes: la zona más popular del Arenal y el Casco Viejo, y la zona más burguesa cercana a la Plaza Moyúa y formada, fundamentalmente, por las elegantes txosnas y terrazas de los hoteles. Platos hay para todos los gustos y precios para todos los bolsillos. Desde los menús de 5.300 pesetas de los hoteles, hasta los de 1.000 y 1.500 pesetas del Casco Viejo. En los primeros, los platos que triunfan son las ensaladas de bacalao y el rabo de toro guisado. En la zona más popular la diversidad es mayor: paellas, marmitako y carnes asadas son las preparaciones más solicitadas. Después de una buena comida con un buen vino no podían faltar los postres. Elaboradas tartas de piñones y frutas, helados variados, cuajadas y arroz con leche son las delicias dulces de los menús. A partir de las nueve y media de la noche, cuando la fiesta ya está concurrida y las colas son el único medio para saciar el apetito, los bocadillos de ibéricos o de lomo con pimientos ocupan las manos y llenan las bocas de la mayoría de la gente. A esta horas el hambre aprieta y ni los ojos ni los paladares parecen poder resistirse a las continuas exposiciones de viandas que ocupan las barras y los carteles de las toxsnas. Vinos de cosechero, zuritos y mostos ayudan a hacer la digestión de toda esa variedad de alimentos que acaban llenando los los dinámicos estómagos de más de uno. Así son las fiestas: un no parar de satisfacer los caprichos y las necesidades de todo el que se precie a participar de ellas. Concursos diarios Un año más la coordinadora de comparsas, dirigida por Kepa Freire, organiza un concurso gastronómico para seleccionar y premiar los platos más típicos y mejor elaborados a lo largo de la Semana Grande. Las bases del certamen, que está abierto a todo el mundo, insisten en el horario y en la manera de elaboración de los manjares. Los guisos deberán presentarse ante el jurado mentre la una y la una y cuarto del mediodía, de no ser así el participante queda descalificado. Además, todo deberá cocinarse de cara al público y en el momento; es decir, no se puede llevar nada hecho de casa. Por último, se permite guisar con gas, leña o carbón, según lo prefiera el autor de la preparación. Ayer el protagonista del certamen fue el tradicional bacalao al pil-pil. El ganador o ganadores recogieron su premio (25.000 pesetas, un trofeo y una generosa txapela).Eran las dos y media de la tarde y el jurado había probado ya las 50 creaciones culinarias de los participantes y había tomado su decisión inapelable. Los días anteriores los premios fueron algo más modestos porque los platos (tortilla de patata, tortilla de bacalao y guisado de conejo) requerían menos destreza culinaria. Mañana será el marmitako el centro del concurso y el domingo, el guisado de rabo. Las reglas se mantienen, así que hacia las dos del mediodía ya estará el jurado en el escenario del parque del Arenal dipuesto a dar su veredicto. Esta competición gastronómica no sólo otorga premios diarios a las comidas, sino que los diferentes participantes van acumulando puntos para un último trofeo "absoluto", que se decidirá en base a las tres últimas elaboraciones: bacalao al pil-pil, marmitako y guisado de rabo. La importante participación en este concurso -hasta hoy han concurrido en cada jornada entre 50 y 100 personas- es un indicativo más de que el aspecto gastronómico tiene un papel relevante en la Aste Nagusia bilbaína. Y es que el comer y el beber, a pesar de la incidencia de la anorexia, parecen seguir siendo unos de los placeres de la vida más compartidos y apreciados por todos los humanos.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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