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Tribuna:LA PAELLA DE LAS VANIDADES - GUILLEM MARTÍNEZ
Tribuna
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Aldeas irreductibles de íberos

La Feria de este año, acta de defunción de la muñeca chochona y el perrito piloto. El círculo y el apiñamiento son la forma de relación más frecuente en la Península

- Parte hablado. Martínez. Málaga. Feria. Ayer sopló terral a gogó y, snif, llegamos a los 46 grados celsius. Si Celsius estuviera vivo, hubiera dimitido. El diario Sur se hizo eco del pitote térmico -"Pese a los 40 grados, algunos se atrevieron con los callos"-. Por lo demás, la vida continúa en Málaga. Speedy Villalobos se fue -ándale, ándale- al Pasaje Chinitas, donde inauguró una placa de reconocimiento a Manuel Ocón, afilador malagueño. Soltó chascarrillo -jarl- y se fue pitando a ejercer la alta política a otro topo del biotopo. Hora y media después, algunos científicos la localizaron en la feria de día con varios miembros de su equipo de gobierno practicando el levantamiento de niño. Por la noche aún paseaba por la otra feria, partiéndose el pecho y desafiando, con grave peligro del artista, los consejos de la OMS, que estipula que los músculos risorios descansen un minuto cada 8.000 horas de vuelo. Para hoy está prevista una comida de Celia y autoridades en una caseta con vistas. No se especifica quiénes son las autoridades, de manera que puede ser desde un sereno hasta el puente de mando de la nave Enterprise. Crítica musical: por la noche actuó en la feria nocturna el Dúo Dinámico. Una parte del público optó por aplaudirles con plaf-plaf, y otra con plof-plof. La vida es rarísima.- La Feria, últimas tendencias. Bueno. La/s feria/s de Málaga son diferentes a la Feria de Sevilla. En Sevilla la cosa está muy regulada. Uno no puede vestir como quiere ni acceder a la caseta que quiera. La normativa de las casetas es muy rígida, y gira en torno al motivo plástico de la casa adosada. La de Málaga es más abierta. La gente viste y se desviste como quiere, y las casetas se construyen desde el libre albedrío, facción porcelanosa fashion. La Feria de Málaga se parece un poco a la Feria de Abril que se construye en Cataluña: son una meditación sobre el señoritismo yuyu, responsable en parte de que muchos andaluces vivan en la ciudad de Málaga o en el cinturón de Barcelona. La feria de este año ha significado el acta de defunción de la muñeca chochona y del perrito piloto, que tanto han hecho por la renovación de la decoración de interiores en la Península. Han sido sustituidos por los teletubbies. La vida es cruel. En ambos recintos feriales priman las jovencitas apiñadas bailando sevillanas entre ellas. En el viaje de Casanova por aquí abajo narra que no se comió, como quien dice, una rosca. En la Corte de Aranjuez se maravillaba ante el hecho de que las señoritas que durante el día le daban calabazas por la noche practicaran un baile obsceno y absolutamente sexual, que era la sevillana. De Casanova se deduce, pues, que la sevillana no es un medio. Es un sustituto. Hay muchos grupos de matrimonios uniformados de regionales. En círculo. Los señores tocan el tambor y las señoras cantan con cara de sacerdotisa íbera cabreada. Lo tienen todo muy ensayado. Tanto que se supone que los sábados-noche la señora, en vez de disfrazarse de enfermera, se disfraza de flamenca. Los verdiales son grupos de personas vestidas de verdiales y que tocan verdiales, una de las danzas más antiguas de Europa. Es un ritmo monótono y frenético, que se canta y se toca también con cara de telúrico ovulando. Y, muy importante, apiñados. El círculo y el apiñamiento son, en fin, la forma de relación más frecuente en la Península.

- Los íberos. Y eso es curioso. Supongo que el círculo ilustra el terror al individualismo que flota por aquí abajo. En todas las sociedades peninsulares pesa más el nosotros que el yo. En todas la sociedades peninsulares las fiestas consisten en disfrazarse de nosotros, con trajes telúricos de sevillana, de sardanista, de gaiteiro o de aizkolari. Esta barbarie del nosotros es una pesadilla genuinamente hispana. Hay quien cree que sólo se produce en determinadas sociedades de la Península. Al creerlo, posiblemente creen que su nosotros es mejor, como cualquier otra sociedad peninsular, por otra parte. No sé a usted, pero cuando paseo entre íberos simpáticos vestidos de nosotros, a mí se me activa un gen familiar, que me hace imaginar que los nosotros volverán a correr a boinazos a un yo Martínez hasta la frontera más próxima. Mañana me voy al norte del sur, subiendo a la izquierda.

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