El Ayuntamiento accede a realojar a la mitad de los 200 rumanos asentados en San Roque
Doscientos gitanos rumanos permanecen acampados en el camino de San Roque (Fuencarral), sin luz ni letrinas, a la espera de saber si las instituciones están dispuestas a alojarlos en los campamentos de tiendas de campaña donde ya residen otros 85 compatriotas. El Ayuntamiento de Madrid aseguró ayer que sólo incluirá en el programa a las familias censadas que han retornado tras marcharse hace una semana a la costa a vender la revista La Farola. En ese caso se encuentran la mitad de los inmigrantes de San Roque, ya que el resto, según el Consistorio, son recién llegados.
"¿Qué van a hacer con nosotros? ¿Nos van a dar casa?". Ésta es la pregunta con la que los inmigrantes que permanecen en el camino de San Roque reciben a cualquier visitante. Saben que no se le ha concedido vivienda a nadie, pero se refieren a los campamentos de la cañada de los Canteros (Vallecas Villa) y la Ciudad Escolar (Fuencarral), formados por tiendas de campaña unifamiliares y cocinas y servicios comunes, donde han sido realojados otros 85 compatriotas. "Ellos, sí, y nosotros, no, ¿por qué?", recalcan.San Roque está ocupado por unos 200 rumanos. Sesenta llevan allí semanas, pero no han sido realojados en los campamentos porque no llegaron a tiempo para estar incluidos en el censo de familias a atender. El resto ha arribado a lo largo del fin de semana: unos eran de los que se marcharon a la costa y otros proceden de otras comunidades.
La Policía Municipal no les permite instalar tiendas de campaña, así que duermen a la intemperie sobre colchones y mantas. En el lugar no hay duchas ni letrinas, y tampoco agua corriente, por lo que deben desplazarse con garrafas a cogerla en un parque situado a un kilómetro.
Las instituciones diseñaron el programa de campamentos para ofrecer una solución a las familias gitanas rumanas a las que expulsaron en julio del barrio de Malmea (Fuencarral), donde vivían en furgonetas y tiendas de campaña. Los planes oficiales perseguían alojar a 355 inmigrantes en cuatro núcleos. Pero, días antes del realojamiento, 270 de estos rumanos se marcharon, sin avisar, a la costa. Su desaparición trastocó los planes oficiales: al reducirse la cifra de familias, sólo hacían falta dos campamentos, no cuatro.
Perder la opción
El Ayuntamiento de Madrid y las ONG, la Cruz Roja y la Comisión Católica de Migraciones, encargados del programa de apoyo social a estas familias, fueron tajantes: los que se habían ido perdían toda opción al realojamiento.Pero el pasado fin de semana, una vez finalizados los traslados a campamentos de los 85 rumanos que se habían quedado en Madrid, la situación dio un nuevo viraje al regresar buena parte de los desplazados a la costa. Tanto el defensor del menor, Javier Urra, como el PSOE e IU plantearon que también se les alojase en los campamentos diseñados.
Estas familias rumanas de hábitos nómadas, que viven de la mendicidad y de la venta de La Farola, permanecerán durante tres meses en los campamentos. Durante ese tiempo recibirán apoyo social de las ONG. Pasado ese plazo, las instituciones evaluarán el nivel de integración de cada familia para decidir si permanecen en España "por razones humanitarias" (la mayoría carece de permiso de residencia) o son repatriadas.
Para vivir en los campamentos, estos inmigrantes deben comprometerse a participar en actividades formativas como el aprendizaje del castellano, a mantener limpias las instalaciones, a no ausentarse de su tienda más de tres días (salvo en caso de que fallezca un familiar) y a escolarizar a sus hijos y dejar de llevarlos a mendigar.
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