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Entrevista:NUEVO SIGLO

"En el 2004 habrá una vacuna del sida efectiva en un 50%"

La facilidad que tiene una persona para transmitir el virus del sida es directamente proporcional a la facilidad con que el virus se extiende por dentro de su cuerpo, según explica el científico norteamericano Myron Essex. Lleva en la investigación contra el sida desde el principio, desde las primeras conjeturas que la señalaban como una epidemia de sangre envenenada al inicio de los años ochenta. Essex ha pasado por la Universidad Complutense en San Lorenzo de El Escorial donde ha explicado que su equipo está estudiando cómo muta el virus en busca de una pista que sirva para bloquear versiones del sida más sofisticadas que puedan causar nuevas epidemias.Pregunta. La teoría más aceptada explica que el virus pasó al ser humano al descuartizar y consumir una subespecie de chimpancé infectado. ¿Es preocupante que pueda ocurrir un salto similar de otras enfermedades si se usan tejidos de estos monos para trasplantes de órganos?

Respuesta. Los xenoinjertos o los xenotrasplantes en general, es decir, el traslado de materiales animales al ser humano, son un motivo de preocupación. El trasplante de órganos de monos al ser humano me parece el más peligroso porque al ser nuestros parientes más cercanos es más probable que cualquier virus o retrovirus que puedan contener cruce la barrera entre especies y cause una enfermedad en el ser humano. Son peligrosos los trasplantes que se han hecho de corazones de babuino o chimpancés a personas porque los retrovirus pueden adaptarse un poco y causar una enfermedad grave o una epidemia en la especie humana.

P. ¿Y los trasplantes de órganos de cerdo?

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R. Me parecen menos peligrosos porque los virus que tiene generalmente el cerdo los conocemos bien y sabemos que a la especie humana no le causan daños. Nos deben preocupar los virus o retrovirus que no hayamos descubierto, pero dado que es un pariente muy lejano, es poco probable que afecten al ser humano.

P. Se están probando diferentes vacunas en el mundo, en Tailandia o en Uganda, por ejemplo. ¿Cree que habrá una pronto? R. Es muy importante que tengamos una vacuna lo antes posible. El tipo que sería útil en África no lo sería en Norteamérica o Europa. Se sabe que la vacuna probada en Tailandia no será eficaz con más del 20% de la población, aunque es un paso adelante. La que se está experimentando en Uganda lo será en un 40%, porque tiene una composición más avanzada, aunque no es tan buena como lo que se ha descubierto después. Harán falta otros dos o tres años para tener material mejor y obtener resultados sobre su eficacia.

P. ¿Y una definitiva?

R. Es muy probable que tengamos una vacuna efectiva para el 50% de los casos dentro de cinco años. El problema es que, con estos resultados, en los países desarrollados la gente no estará motivada a ponérsela. Y una vacuna específica para el Tercer Mundo se podría hacer, pero no parece haber incentivos económicos para las compañías farmaceúticas porque no se vendería en Europa y venderla en África no es interesante económicamente. La solución sería que los organismos internacionales se pusieran de acuerdo, junto con la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial, para iniciar un proyecto de desarrollo y distribución de una vacuna.

P. Mientras llega, ¿se está investigando algún cóctel de fármacos que sea eficaz en el Tercer Mundo?

R. Se están desarrollando fármacos más baratos y efectivos para prevenir, por ejemplo, la transmisión de la enfermedad de la madre al feto. Tienen una efectividad del 50% y se podrán utilizar en el Tercer Mundo. En cuanto a los cócteles, es improbable que se puedan utilizar los de Occidente por dos motivos: son demasiado caros para que los habitantes de esos países se los puedan costear y los que tienen sanidad pública es imposible que se lo puedan permitir por el alto porcentaje de población contagiado.

P. El 40% de los pacientes desarrolla resistencia al cóctel de fármacos al cabo de los dos años de iniciar el tratamiento. ¿Cómo se puede luchar contra ésta?

R. Hay dos soluciones: desarrollar fármacos que se vayan liberando lentamente en el paciente, de forma que hagan más fácil a éstos cumplir con la medicación y crear medicamentos que produzcan menos efectos secundarios o que se tomen como complemento para prevenirlos.

P. ¿Cree usted que se están centrando las investigaciones demasiado en la carga viral y se están dejando un poco de lado las investigaciones de las enfermedades oportunistas, como los hongos o las neumonías?

R. No. El sida da lugar a tantas evoluciones y enfermedades que es importante centrarse en la causa y no tanto en esas infecciones que surgen a posteriori. Además, sí se están investigando las enfermedades oportunistas, entre otras cosas, porque las están desarrollando también algunos pacientes de cáncer.

P. ¿Habrá una solución definitiva en las primeras décadas del siglo XXI?

R. Habrá que volver a analizar las conductas para ver cómo se podría transmitir el mensaje mejor. Lo que pasará con la enfermedad es difícil de saber porque van a surgir nuevos tipos del virus que probablemente se transmitan con más facilidad entre la población heterosexual y para los que no van a ser eficaces los mismos fármacos. Lo que se desarrollará mucho, porque puede resultar económicamente rentable para las empresas farmacéuticas, serán los medicamentos para prevenir la transmisión en personas con contactos sexuales puntuales. Un ejemplo son las pomadas, aunque las que se están experimentando ahora, que aún no se comercian, tienen el problema de que además de viricidas son espermicidas y las mujeres africanas no las querrán usar porque se quieren quedar embarazadas.

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