"La convulsión en la Agencia Tributaria es más aparente que real"
En la Agencia Tributaria no se gana para sustos. A los conflictos internos y los cambios en los equipos directivos se han sumado los casos de corrupción en Cataluña y Madrid. Su director, Ignacio Ruiz Jarabo, asegura que la conflictividad es más aparente que real y que en la Inspección ha habido casos aislados. Ahora, el organismo encargado de recaudar, gestionar e inspeccionar los impuestos se dispone a cambiar su estatuto.Pregunta. ¿Qué se pretende con este cambio?
Respuesta. El estatuto va a servir para refundir los distintos preceptos que regulan el funcionamiento de la Agencia e incluir algunos aspectos novedosos. Por ejemplo, reforzar el control interno, reestructurar los órganos de dirección, mejores fórmulas para la participación de las comunidades autónomas o el establecimiento de algún órgano vivo con presencia de sectores sociales. La voluntad es hacer una norma con el máximo consenso posible, tanto interno como externo.
P. ¿Está agotado el actual modelo?
R. No, y la prueba es que ha demostrado su utilidad, pues ha servido para dar respuesta a los problemas que se han planteado. Dicho esto, el modelo es perfectible.
P. ¿También considera que la Agencia ha dado la talla en la lucha contra el fraude fiscal?
R. Desde luego que sí, aunque debemos mejorar. Este año llevamos 830.000 millones de resultados. En todo 1998 hicimos un billón escaso. En deuda liquidada por la Inspección, a 31 de julio hemos superado un 25% la cifra del año anterior, y eso que aquél fue un buen ejercicio. Esto significa que la lucha contra el fraude ha sido eficaz, aunque debemos hacer adaptaciones constantes.
P. ¿Qué adaptaciones?
R. Por ejemplo, las actuaciones frente a tramas organizadas, los delitos de contrabando y las medidas para el cobro de deudas a través de embargos en fondos de inversión.
P. ¿Por qué si todo funciona bien la situación es tan conflictiva? R.Somos una organización muy grande, con 26.000 empleados, y esto ya es un dato importante. Tenemos, además, unos objetivos muy ambiciosos, y esto traslada una cierta tensión de trabajo. Pero dicho esto, una cosa es la conflictividad aparente y otra la real. Es verdad que hemos tenido dos huelgas durante la campaña de renta, pero los contribuyentes saben que no ha habido problemas.
P. ¿Y no cree que una dirección excesivamente política de la Agencia, que busca resultados muy a corto plazo, también puede generar conflictividad?
R. Éste no es el caso. Usted siguió la información de la Agencia en anteriores etapas y ahora la situación es muy diferente. ¿Que buscamos resultados a corto plazo? ¡Claro que sí!; esto forma parte de la eficacia. Pero no nos quedamos ahí. Sé que existe esta crítica, pero no lo comparto.
P. Se olvida de que sus antecesores se han quemado muy pronto y la razón puede estar en que no han aguantado esa tensión.
R.Mis únicas quemaduras son las del sol de Almería (risas)... Ahora en serio: éste es un puesto complejo y a la vez apasionante. Es posible que esto provoque cierto cansancio.
P. ¿La existencia de clanes en la Agencia la hace ingobernable?
R. Aquí se gobierna. Es verdad que hay funcionarios con ciertos intereses, pero debe haber un punto de encuentro. Es cierto que ha habido conflictos y que alguno subsiste, aunque no con demasiada fuerza en la actualidad.
P. Lo cierto es que la Agencia está permanentemente en la refriega política, en crisis interna y con alarmantes casos de corrupción, y pese a eso, usted asegura que los resultados son buenos.
R. A mí me gustaría que la Agencia no fuera foco del debate político. Pero insisto en que todo esto es más aparente que real. En una situación convulsa como la que describe no se habrían alcanzado los resultados en la lucha contra el fraude o en la campaña de renta que hemos tenido. La convulsión es más aparente que real.
P. No parece que la inestabilidad de los equipos directivos de la Agencia sea "aparente".
R. Desde julio de 1997, el equipo básicamente se ha mantenido estable. Lo que ha habido desde entonces son pequeños ajustes técnicos. Hablar de inestabilidad es una exageración.
P. Y con todo esto, ¿no se dan argumentos para el fraude fiscal?
R. No lo creo. El que toma la decisión de defraudar lo hace en función del riesgo que está dispuesto a asumir, sobre las probabilidades de que le descubran y las consecuencias, no en base a esa apariencia de descontrol o desgobierno.
P. Pero esa probabilidad es muy pequeña a la vista de lo que pasa.
R. No es así. En relación al delito fiscal, las cifras van en aumento. También en cuanto a la deuda liquidada por la Inspección. Los resultados son cada vez mejores.
P. Los casos de corrupción en Madrid y Barcelona ¿no influyen en la conciencia fiscal?
R. Estoy seguro de que la sociedad española ha reaccionado con disgusto ante el comportamiento indeseable de algunos inspectores, pero también creo que ha sido capaz de percibir que éste ha sido un comportamiento de un número muy reducido de funcionarios y que no afecta en absoluto a la conciencia y al comportamiento fiscal de los españoles.
P. ¿Y no le parece que el hecho de que el caso de Cataluña se haya descubierto 10 años después y desde fuera de la Agencia Tributaria es, cuando menos, inquietante?
R. Han sido los controles internos los que han dado las llamadas de atención, aunque es verdad que con cierto retraso. Insisto en que los comportamientos son completamente reprobables. Es inadmisible que funcionarios a los que la sociedad les da unos instrumentos tan sensibles como lo son todos los relacionados con la inspección de los tributos los hayan utilizado de forma indebida. Pero es muy importante que se sepa que han sido muy pocos los casos. Esto contrarresta el disgusto y da una cierta tranquilidad.
P. ¿Y qué me dice de los métodos utilizados, fundamentalmente el chantaje y la extorsión en el caso de Madrid? ¿Es que no hay controles internos para evitarlo?
R. Hay que matizar que este tipo de prácticas no forman parte del engranaje de la inspección. Es un caso sensiblemente diferente al de Cataluña en el pasado.
P. ¿Puede garantizar que no se dan casos como éstos en otras partes y en estos momentos?
R. Nunca se puede dar una garantía total. Aun así, desde hace tres años se vienen tomando medidas que refuerzan los controles internos, gracias al trabajo de las comisiones creadas con este fin. Los riesgos de que estas cosas ocurran son cada vez menores, y los riesgos de que se tarde tanto en detectar, también.
P. Añada a todo esto el mal ejemplo que dan miembros del Gobierno al utilizar subterfugios para pagar menos impuestos...
R. De casos concretos no puedo hablar. Lo que hay que exigir a todo el mundo, subrayo, a todo el mundo, es que se cumpla con las normas.
P. Todo esto puede dar también argumentos a quienes piden el traspaso de la Agencia Tributaria. Por ejemplo, sus socios de CiU.
R. Éste es un tema que no nos planteamos. Nuestro modelo tributario es básicamente nacional, y lo lógico es que la administración tributaria siga teniendo carácter nacional. Otra cosa es que en la participación de las comunidades autónomas debamos seguir dando pasos que permitan ganar eficacia.
P. Resulta curioso que las comunidades se hayan lanzado a una guerra por las pensiones y sin embargo no ejerzan su capacidad para subir o bajar el IRPF. ¿No le parece?
R. Ésta es una decisión que corresponde a los Gobiernos regionales y sus Parlamentos, y yo no quiero entrar en ello.
P. Ustedes han asegurado que bajan los impuestos, pero recaudan cada vez más por retenciones del trabajo. ¿Cómo lo explica?
R. Una cosa es la recaudación y otra la retención que se aplica en cada nómina. De una muestra de grandes empresas hemos concluido que el tipo medio ha bajado dos puntos y medio y está ahora en un poco más del 16%, lo que supone una reducción del 15%. Pese a esto, la recaudación crece y esto es debido al crecimiento del empleo, de la masa salarial y de que el modelo actual por retenciones está más pegado a la realidad.
P. Pero en las retenciones del capital ha ocurrido lo contrario.
R. La causa es que los tipos de interés han bajado de manera espectacular; a una cuarta parte en los últimos tres o cuatro años.
P. ¿Cómo se va a organizar el sistema para los que no tienen que declarar el IRPF el año próximo por tener unos ingresos inferiores a 3,5 millones de pesetas?
R. Aquí nuestro reto es hacer todas las devoluciones para estos contribuyentes antes del 1 de mayo del 2000; es decir, previamente a la campaña de renta general. Lo haremos de forma que no tengan que presentar declaración, aunque sí nos deberán comunicar algunos datos.
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