La reina noctámbula
RETRATOS,Aterrizó en Marbella en 1984 invitada por Kimera, la cantante coreana a la que el maquillaje y el secuestro de su hija Melody hicieron famosa. Hoy, 15 años más tarde, no necesita de nadie que la introduzca en sociedad. Olivia Valere no sólo es la propietaria de la discoteca más famosa de la ciudad, sino que ha creado todo un imperio donde ella es la reina desde que se pone hasta que sale el sol. Aunque los personajes que pasan por el local -desde Bruce Willis hasta la españolísima Rocío Jurado- dejen un rastro de dinero, ella prefiere llamarse anfitriona a empresaria. Y para los clientes, con una sutileza mortal, escoge un término más elegante: invitados. "Por mi origen mediterráneo, me gusta recibir a gente", asegura esta mujer nacida en Marruecos hace 51 años, pero de padres franceses. El gusto por la noche le llegó tras estudiar literatura en Francia y después de su paso por el Senado de este país, donde fue relaciones públicas. "Yo antes era una mujer más de casa, de esas que a la una de la madrugada estaba cansada y me gustaba ir a dormir", dice hoy, cuando ya no se puede acostar antes de las 6.00. Pero tras adquirir Apocalipsis en París, una discoteca que compara sin complejos con el Studio 54 de Nueva York, su vida dio un giro radical. "Era un sitio mítico. Hasta con la cortina roja (sic). Si preguntabas a la gente del aparato ruso cuál era su sueño, decían que ir a esta discoteca de París". Allí se inició, con poco más de 30 años, con las características que han empapado el local marbellí para hacer de él un sitio "revolucionario": Afluencia de famosos, mezcla de edades -"es armonioso ver a la gente mayor con la gente joven"-, copas con comida y , sobre todo, una exquisita decoración. "Se dice, y es verdad, que es el local más bello del mundo. La gente viene a visitarlo como un museo. Pretende ser un palacio para recibir a gente. Algo muy mágico y misterioso", comenta mientras hace los preparativos para una presentación de joyas. Y dan ganas de quedarse a vivir en la discoteca que construyó en 1996 con una mezcla de estilo árabe y colonial portugués. Junto a ella, sus tres hijos y su marido se encargan de que todo marche bien, mientras los camareros la tratan de usted. "Es que soy virgo", explica para dar cuenta de un perfeccionismo que, dice, llega a tales extremos que le hace sufrir. Pero no fue el primer local que regentó. En 1985, un año después de pisar por primera vez Marbella, abrió un local en la ciudad, esta vez en la zona de Puerto Banús. "En 15 días conseguí que se llenase", recuerda, y es difícil dudarlo. Dos años más tarde, los dueños de la discoteca de Puente Romano le ofrecieron ceder su nombre al establecimiento. La satisfacción no le vino sólo por el éxito logrado, sino porque el local había estado hasta entonces regentado por una vieja enemiga de París: Regine, a la que no sólo desbancó del local, sino que le robó el título que hasta entonces ostentaba ella: el de reina de la noche marbellí. "Es un mundo muy cruel, porque el éxito produce envidia y ganas de destruir", asegura, pero no cree que sea una característica exclusiva de la noche: "Ocurre lo mismo en todas partes, en la política o en el negocio de la carne". Sin embargo, rivalidades aparte, Olivia cree que la puesta del sol sólo trae ventajas. "De noche no hay castas. Todos los gatos son pardos", dice.
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