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Tribuna:Jornal de agosto
Tribuna
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Defensor, sin interrupción, del Pueblo

Antonio Rovira Viñas, nacido en Barcelona hace 47 años, es madrileño en activo desde que, cuatro lustros atrás, llegara a la Universidad de Madrid como profesor de Filosofía del Derecho. Hoy se desempeña como profesor de Derecho Constitucional. Él es el Adjunto Primero del Defensor del Pueblo, Fernando Álvarez de Miranda. Rovira está casado y es padre de dos adolescentes. De aspecto juvenil no sólo por talante, también por su contacto de años con el estudiantado, es durante esta primera quincena de agosto el supervisor de todos los funcionarios que velan porque el Madrid veraniego funcione administrativamente bien en todos sus planos, desde el municipal y autonómico hasta el estatal.La ley otorga al Adjunto Primero la cualidad de Defensor del Pueblo, en funciones en ausencia de éste, tarea que le encomienda la supervisión de todas las actuaciones de los órganos administrativos que tienen en Madrid su sede; asimismo, canaliza la queja que toda persona, desde los menores de edad, hasta los analfabetos, los presos o cualquier ciudadano exponga de viva voz o por escrito -siempre de forma gratuita- y la dirija a esta institución, nacida en 1986 y asentada en Madrid para perfeccionar la calidad de vida democrática en España, siempre en estrecho contacto con el Parlamento.

Ocho áreas conforman su trabajo: Educación, Función Pública y Cultura; Defensa y Exteriores, que incluye la asistencia a españoles en el extranjero y extranjeros dentro y fuera de España; Justicia, que asume el mayor número de quejas; Administración Económica; Medio Ambiente, Vivienda y Urbanismo; Bienestar Social, Trabajo y Menores; Interior; y Actividad Administrativa Territorial. Es ésta última área la que tramita aspectos tan sensiblemente madrileños como las multas, la regulación de la aplicación de las Ordenanzas Municipales o el tráfico peatonal, entre otros muchos. El Defensor del Pueblo puede asimismo iniciar actuaciones de oficio; basta con que cuente con información suficiente para iniciarlas.

Antonio Rovira subraya que la institución gira en torno a la persona de Fernando Álvarez de Miranda, a quien admira, y con el cual mantiene lazos de amistad. No se atribuye mérito alguno: "No me corresponden a mí, sino al Defensor del Pueblo, que es quien nos rige", señala.

Pero, en verdad, las carencias en recursos humanos y funcionales que se perciben en estas fechas veraniegas en otras instituciones afincadas en Madrid, apenas se aprecian en el palacio del Defensor del Pueblo, en la calle de Eduardo Dato, 31. Allí, un equipo de 125 personas, 35 de ellas asesores y especialistas y, el resto, personal técnico y administrativo, reducido ahora a proporciones acordes con las vacaciones, trabaja con las mismas pautas de eficacia y premura que siguen a lo largo del año. "Procuramos que siempre permanezca al menos un responsable por área", explica Rovira.

"El volumen de quejas promedio durante los meses del año es de unas 1.500, que son tramitadas como tales", señala."En agosto, descienden hasta una cifra situada entre seiscientas y ochocientas. De ellas, la mitad aproximadamente procede de Madrid". Y añade: "El ruido urbano es uno de los motivos de queja más frecuentes en verano". La madrileñidad de la mitad de estas quejas la fundamenta Rovira en la proximidad existente en Madrid entre los ciudadanos y las Administraciones. "Además, aquí no hay Comisarios autonómicos o síndicos, como en otras Comunidades", precisa.

Los cauces por los que las 9.200 quejas ciudadanas registradas en lo que va de año acceden al Defensor del Pueblo son múltiples: desde un línea telefónica gratuita, ahora con horario sólo matutino, 900101025, además de una centralita, 914327900, que las recibe durante las 24 horas del día, con tres turnos de telefonistas; hasta el postal -la institución posee una estafeta propia- sin olvidar el acceso por fax o por vía informática, hasta ahora poco empleadas por los usuarios.

Asimismo los ciudadanos pueden en verano, de 9.00 a 14.00, acudir personalmente a Eduardo Dato, 31, con asistecia social todos los días del año. La atención directa dispone de una sala a la que se accede desde la calle, provista de teléfonos para sordos, entrada para minusválidos, desprovista pues de barreras arquitectónicas, y otros servicios. A diario, frecuentan la sala madrileña unas sesenta personas, si bien en agosto bajan a una decena.

"En realidad", reflexiona Antonio Rovira, "creo que los madrileños en particular y los españoles en general se quejan ante el Defensor del Pueblo únicamente en aquellas situaciones en las que consideran que ya no hay salida. Prefieren intentar solucionar antes sus problemas a través de amistades o, incluso, sobrellevarlos hasta el límite. Hay aún cierto fatalismo", explica, "porque muchas personas desconocen que existen instituciones como el Defensor del Pueblo, que enseña al ciudadano cómo defenderse y procurarse las garantías que le brinda el Estado de derecho".

"Nuestra función es la de restituir en el derecho al ciudadano en el menor tiempo posible y al menor costo", agrega Rovira. "La eficacia de la gestión de la institución cristaliza en la solución de problemas tan acuciantes como embargos irregulares de pensiones, para que los afectados las cobren en un tiempo reducido, o en agilizar procesos judiciales anormalmente lentos". La Administración incurre en delito si no contesta al Defensor del Pueblo: su vigilia nunca cesa.

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