Putin, el hombre inmutable
Que el nuevo primer ministro, Vladímir Putin, es un duro, ya se sabía. Que como buen espía profesional no se inmuta con nada y sabe ocultar sus sentimientos, también. Así y todo, no ha dejado de asombrar el hecho de que Putin haya ocultado la muerte de su padre, ocurrida la semana pasada.La fecha exacta del fallecimiento del padre de Vladímir Putin se deconoce. Sólo se sabe que el jueves el presidente Borís Yeltsin lo citó junto con el entonces primer ministro Serguéi Stepashin al Kremlin para comunicarle, según ha contado el mismo Putin, que pensaba destituir al Gobierno y que entre los candidatos a encabezarlo se encontraba él. Al día siguiente, Putin viajó a San Petersburgo, su ciudad natal, y el sábado asistió a los funerales de su padre. Regresó el domingo para tomar posesión de su nuevo cargo el lunes.
Los que le conocen comentan que a aguantar bien los golpes, como dicen los boxeadores, le ayuda su afición al yudo y a la lucha rusa llamada sambo. Además, por supuesto, del apoyo de su familia, que está compuesta por tres mujeres: su esposa, y sus dos hijas, una de 13 años y otra de 14.
La primera entrevista televisada protagonizada por el nuevo primer ministro ha añadido poco a lo que ya se sabía de él. Asegura conocer sólo superficialmente a la familia de Yeltsin, y se define como un político con poca experiencia al que le gusta decir las cosas claras. Putin, que hasta el lunes ocupaba los cargos de director del Servicio Federal de Seguridad y secretario del Consejo de Seguridad, se considera un soldado, y, como corresponde a un uniformado, sus temas preferidos son la estabilidad y la disciplina. Para el hombre al que Yeltsin quiere ver como su sucesor en el Kremlin es precisamente la falta de éstas la culpable de la penosa situación en que se encuentra Rusia.
