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Un juzgado pide ayuda para identificar a tres jóvenes que podrían haber muerto hace 30 años

La Justicia acostumbra a abrirse paso de la manera más inopinada, incluso por la nariz de un perro. Hace un año un hombre que paseaba junto a su animal por los Poyos de la Mesa, en la Sierra de Cazorla, encontró unos restos óseos. Era el comienzo de historia criminal de cuya resolución está encargada una juez de Cazorla. Se sabe que eran tres jóvenes y que sufrieron a la hora de morir. Las dudadas comienzan a la hora de fijar cuándo. La juez espera ahora que alguien reconozca la reconstrucción de sus caras para intentar esclarecer el posible crimen.

En un principio, se pensó que el manojo de huesos ennegrecidos por el tiempo que un guardia civil sacó de una sima de cerca de 30 metros de profundidad pertenecían a víctimas de la Guerra Civil. Incluso se llegó a pensar que podrían ser de animales. Ante las numerosas dudas, los restos fueron entonces trasladados al Departamento de Medicina Legal de la Universidad de Granada, para separar el polvo de la paja. En efecto, entre los numerosos huesos que el tiempo había acumulado en la sima se encontraban restos de animales, pero también de al menos tres personas. En concreto tres hombres jóvenes. Uno de ellos, según arrojaron los análisis y estudios efectuados en la Universidad granadina, tendría entre 20 y 40 años en el momento en el que se produjo su muerte. Los otros podrían incluso ser menores, con edades comprendidas, en un caso, entre los 17 y 20 años y en el otro entre 14 y 16. Pero estos datos no eran los más importantes. Los restos de los tres jóvenes mostraban signos de violencia. Su muerte o sus últimas horas no habían sido pacífica. El asunto se convirtió entonces en una materia penal de primer orden. Se han solventado muchos problemas, pero no el cuándo. Los análisis no concretaban lo suficiente el tiempo que había transcurrido desde los fallecimientos. Ni más ni menos que un océano para investigar de entre cinco y treinta años. Al menos, la hipótesis de que se trataba de víctimas de la Guerra Civil se desvaneció. El trabajo se acumula para la titular del Juzgado de Instrucción número 1 y ha pedido que se hagan públicos la reconstrucción de los rostros de las víctimas, por si alguien reconoce algo en esas caras obtenidas por el ordenador de la Guardia Civil. Un pariente perdido, un amigo que desapareció, pero, sobre todo, una fecha tendrían un valor incalculable para acercarse a la resolución de este retorcidísmo caso. Las imágenes que han salido después de que los expertos del instituto armado trataran con programas informáticos los restos óseos no tienen porque ser fiables al 100%. El color del pelo, de los ojos, incluso si la cara era gorda o delgada son imposibles de inferir únicamente a través del análisis de la calavera. De todos modos, desde la Guardia Civil y el juzgado de Cazorla se pide la colaboración de todos aquellos que crean reconocer a las personas de las ahora sólo quedan unos pocos huesos y un retrato-robot.

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