Bien vale una mesa
DE PASADASi todas las llamadas que recibió el Teléfono de la Esperanza en el primer semestre (casi 55.000) hubieran sido realizadas desde Marbella -con móvil, se entiende-, más de la mitad de esta localidad andaría con desazón. Las cifras son fácilmente manipulables y es poco probable que tanta desdicha se concentre en una única población. Pero hay un indicador psicosocial que apunta en esta dirección: la alta densidad de comilonas hoy-me-da-por-hacer-el-bien por metro cuadrado que hay en esta ciudad. Y ya se sabe: cuando a uno le entra el aburrimiento, le da por comer. Está claro que Marbella bien vale una mesa. Que se lo pregunten si no a Gunilla que, según cálculos extraoficiales y a la baja, lleva gastadas unas 34.000 púas en masticar. Eso, si no asistió a la Gala Anual de los Rotarios, porque, de ser así, se habría quedado rozando la barrera psicológica de las 50.000. Habrá que estar atentos para ver si asiste a la velada de la tienda de alquiler de coches de lujo Super Car Rental, que por 79.000 le darán a uno de yantar. Como explica su vicepresidenta, Ana Peñalver, junto a la ensalada de langosta al vinagre de jerez y trufa (sic) se sorteará un Ferrari. ¿Será para escapar del verano de esta ciudad? Pero lo más curioso es que la Gala de la Cruz Roja se haga en el Incosol y que mientras unos se hinchan -El July, Bárbara Rey y Jaqueline de la Vega, entre otros, ya han confirmado que acoquinarán las 18.000- los otros, como Vargas Llosa, se empeñan en adelgazar. En esa cena benéfica lucirán el tipo unas 450 personas en favor de las otras 100.000 restantes que viven aquí y que con práctica seguridad no podrán asistir. El dinero recaudado se destinará a comprar una furgoneta y dos zodiac de salvamento. ¿Será por si alguien prefiere emprender la huida por mar en vez de por tierra? Y aún hay más. Mañana mismo, los benéficos asistirán puntuales a su cita anual contra el tumor. No va de ecografías, sino también de quitarse el aburrimiento a base de comer y bailar al son del dúo Baccara. Con los machacantes que dejen personas como la emperatriz Soraya en el cepillo, la Asociación Contra el Cáncer adquirirá un artilugio para diagnosticar un mal que sería de pésima educación pronunciar mientras se come, el de próstata, porque esta vez no se trata de dejar los problemas atrás, sino de erradicar el mal de raíz. ANA L. ESCUDERO
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.