Vuelta triunfal entre almohadillas
San Román/Ordóñez, Montoliú, De Julia Novillos de Antonio San Román, desigualmente presentados, de juego irregular; 4º, devuelto por inválido; el sobrero, de Palomo Linares, manso. Cruz Ordóñez, nuevo en esta plaza: aviso y silencio; aviso y silencio. José Manuel Montoliú, nuevo en esta plaza: aviso y silencio; leve petición y ovación. Rafael de Julia: oreja con protestas; petición y vuelta. Plaza de Las Ventas. 30 de julio. (nocturna). Tres cuartos de entrada.Siguen las novilladas nocturnas, bien aceptadas por el respetable, que llena los tendidos dispuesto a divertirse y a premiar a los novilleros, que llegan con su bagaje y la esperanza puesta en que les repitan en la ansiada final. Y tan dispuesto viene el público a pasarlo bien y a pedir orejas, que es capaz de sembrar el ruedo de almohadillas porque el presidente no responde a sus peticiones, y el novillero de turno tiene que dar la vuelta al ruedo, triunfal, entre esos objetos que sirven para ablandar la dureza de la piedra, pero no el corazón del presidente. A Rafael de Julia, en el sexto, le pidieron con vehemencia la oreja, que le franqueaba la puerta grande, después de que le propinara al novillo un excelente volapié. Un novillo flojo y noble, al que hubo de muletear en la querencia de tablas, en donde terminó rajado. Muletazos por los dos pitones aprovechando el viaje del burel, y desplantes de rodillas para animar al astado y al público. Luego llegó la estocada a que nos hemos referido, la vehemente petición, la negación por parte de la presidencia y la bronca al usía por no conceder el premio. En su primero, Rafael de Julia dejó que viéramos el buen corte que tiene. Su concepción clásica del toreo, en una faena de muleta que en el toreo fundamental se centró en el pitón bueno del novillo, el derecho. Dos primeras series en redondo, no del todo ligadas, ejecutadas con elegancia y temple. Y un planteamiento de faena ajustado y medido. En un trasteo que fue a menos en la medida en que el novillo fue perdiendo empuje y sus embestidas se agotaron poco a poco. Un espadazo fulminante le procuró la oreja necesaria. José Manuel Montoliu lució en su primer buen novillo un toreo de verticalidad y terrenos apurados al máximo, en donde sobresalió una primera serie por el pitón derecho. Faena desigual, en la que no terminó de acoplarse. Había recibido de hinojos al novillo, una larga cambiada a porta gayola, valiente, entregado. En su segundo se peleó con voluntad, en un trasteo de muleta salpicado de detalles y coraje. Cruz Ordóñez pechó con el lote más deslucido. Se le pudo apreciar un toreo interesante y variado a la hora de manejar el percal, de buen juego de brazos. Las faenas de muleta no terminaron de cuajar, aunque varios derechazos en su primero derrocharon alegría. La espada, un calvario.
Babelia
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