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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

En Santa Ana

Soy mexicana, nieta de españoles republicanos refugiados en México después de la guerra civil. Actualmente resido en Nueva York y estoy pasando el verano en España. Le escribo con el propósito de denunciar un incidente de racismo ocurrido en la madrugada del 25 de julio en la zona de bares de la plaza de Santa Ana en Madrid. En un bar de la zona llamado La Comedia le fue negado el acceso a una de las personas con las que iba. Del grupo de cuatro personas (dos mexicanos, una chilena y un peruano) sólo pudimos pasar tres. Nuestro amigo peruano, que incidentalmente era quien tenía los rasgos indígenas más pronunciados, no pudo entrar en el local. Cuando quisimos averiguar por qué, se nos respondió que el lugar era para "clientes habituales". Evidentemente, salimos enfurecidos ante tal incidente de discriminación racial y estuvimos discutiendo sobre el asunto con varias personas en la calle. Al volver a tratar de indagar en el local lo que motivó el rechazo de nuestro amigo, nuevamente se nos explicó que era una cuestión de "imagen" y que el lugar se reservaba el derecho de entrada a las personas según la ropa que traían puesta. Creo que en el caso de nuestro amigo, cuya manera de vestir no era particularmente ofensiva, el hecho claramente tenía más que ver con su origen étnico y racial que con su concepto de la moda.Me duele profundamente constatar que existe este tipo de actitudes en la sociedad española, especialmente en el caso de la discriminación contra personas de origen latinoamericano, ya que, además de la lengua y las semejanzas culturales, tenemos un pasado común que nos une, a pesar de la desgarradora experiencia de la conquista y la colonia.

La actual e inevitable diversidad étnica, racial y cultural en las sociedades se debe a las grandes migraciones de personas, generalmente de los países menos desarrollados a los más prósperos, y esto comporta problemas y retos que deben afrontar todos los miembros de la sociedad. La discriminación contra estas minorías no es sólo producto de la ignorancia y el miedo, sino también de la mala voluntad de personas que olvidan que Europa ha sido uno de los mayores exportadores de personas al resto del mundo. Ojalá que la sociedad española y la europea en general estén atentas a estas actitudes y no toleren, en interés de la razón, la justicia y los derechos humanos, tales actos de discriminación.- .

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