La primera vez de HB
La coalición abertzale Euskal Herritarrok (EH) se adhirió ayer, por primera vez, a un texto contra la violencia consensuado por todas las fuerzas políticas vascas. Las Juntas Generales de Álava suscribieron en su primera reunión plenaria un texto en cuyo primer punto se denuncia y rechaza "toda actuación violenta que busque intimidar y coartar la libertad de opción política". La propuesta tiene su origen en el apedreamiento del que fue objeto el sábado una autoescuela propiedad de José Luis Añúa, presidente de Unidad Alavesa. El documento termina haciendo votos por que "la paz se asiente única y exclusivamente en un ejercicio de los derechos democráticos que permita el desarrollo en igualdad de oportunidades de todas las opciones políticas".Euskal Herritarrok explicó su firma al pie del documento antiviolencia por la identidad de objetivos entre el primer punto de la declaración y el documento de Lizarra, en uno de cuyos párrafos se recoge que el proceso de negociación para superar el conflicto en el País Vasco se realizará en condiciones de "ausencia permanente de todas las expresiones de violencia". A pesar de que el concepto de condena no aparece en el texto, la importancia política de este primer paso en el rechazo institucional explícito de la violencia es significativo, y así lo han valorado todos los partidos políticos. Es, indiscutiblemente, un gesto esperanzador para la reafirmación del proceso de paz. Y tiene el valor añadido de que se produce cuando empiezan a rebrotar algunos episodios de kale borroka o de vandalismo callejero y atentados intimidatorios contra propiedades de políticos no nacionalistas.
Para que se produzca "el desarrollo en igualdad de oportunidades" de todos los partidos es imprescindible que se ponga fin de una vez por todas a cualquier amenaza por razones políticas y se termine con la estrategia de la intimidación. Las fiestas de verano, que en años anteriores han servido de plataforma a los abanderados de la violencia, serán una buena prueba para verificar hasta dónde llega el compromiso de EH con el desarrollo de un proceso democrático pleno y si sus dirigentes pueden controlar a los jóvenes radicales de Jarrai largamente entrenados en el vandalismo.
Otras consideraciones tácticas explican también la declaración de EH contra la violencia. La creciente participación de la organización abertzale radical en las instituciones vascas se había frenado en las últimas semanas. El PNV se muestra renuente a que forme parte de los Gobiernos de las diputaciones de Vizcaya y Guipúzcoa, porque un sector importante del partido no se fía del nuevo talante democrático de los radicales convertidos a la democracia. El rechazo institucional de la violencia es, desde esta perspectiva, una condición exigible para legitimar la eventual presencia de EH en los Gobiernos de las diputaciones. Esa participación aumentaría su cuota de poder e influencia en la política vasca. La moderación de EH permitiría además borrar cualquier reticencia para consolidar, a partir de septiembre, un pacto de legislatura con el PNV y EA. E incluso podría recuperarse la idea del Foro de la Paz propuesto por el lehendakari Ibarretxe a todas las fuerzas políticas.
El documento suscrito ayer puede ser un paso incipiente pero decisivo hacia la normalización política de EH, cuyo futuro tendrá que desvincularse progresivamente de cualquier estrategia de retorno al pasado. La integración en las diputaciones y en el pacto de legislatura con el resto de las fuerzas nacionalistas debería ser el punto de no retorno en el camino hacia el pleno ejercicio democrático. Pero esta estrategia, que parece un calco de la diseñada por los arquitectos del Pacto de Lizarra, tiene todavía algunas incertidumbres. Una de ellas es si la declaración institucional se corresponde con un rechazo efectivo de la violencia por parte de EH, al margen de cuál sea su intensidad y sea cual fuere el futuro que depare al Pacto de Lizarra la voluntad libremente expresada en las urnas por los ciudadanos. En eso consiste la democracia: en que cada uno pueda defender sus ideas y se someta al veredicto de los votos.
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