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No fui a Cuba

ENRIQUE MOCHALES Lo que faltaba. Ahora hay una página de Internet en la que el rey Carlos Gustavo de Suecia aparece junto a su hija en una fotografía, ejem, pornográfica. Aunque Suecia ha sido siempre un país liberal para estas cosas, a la familia real no le ha sentado nada bien el trucaje fotográfico del que han sido objeto y que les ha presentado como artistas porno en la red. Este fenómeno, del que son víctimas los personajes públicos, principalmente del cine, está adquiriendo unas proporciones que lo hacen merecedor de un estudio serio, según el experto Erik Korsas. Se han alzado algunas voces en ámbitos cibernéticos celestes que dicen que perseguir a los autores de la página sería un atentado contra la libertad de expresión y que el arte está por encima de las consideraciones de las autoridades. Según ellos, aquella página que anunciaba hardcore, fist fucking y golden rain con el rey como actor principal era arte, soez si se quiere, pero una descarada manifestación artística al fin y al cabo. Nadie le dijo nada a Warhol por retratar a Marilyn. La fotografía ya no es lo que era. Ahora la gente se retoca por ordenador para salir más guapa. Y pueden poner su cabeza a cualquier cuerpo. Si es un buen trucaje, nadie notará la trampa. Así que prepárense ustedes a que alguien les diga: "¿Recuerdas cuando estuvimos en las cataratas de Iguazú?", y les enseñe ante su perplejidad una fotografía de unas vacaciones que ustedes olvidaron. Es probable que el bromista acabe convenciéndole de que el recuerdo es real y que usted descubra partes de su vida que nunca sucedieron, pero que están registradas para la posteridad. Usted podrá ser un guerrillero cubano que posa desgarbadamente junto al Che, o un astronauta del Challenger, o un actor porno, o un soldado de la OTAN destinado en Kosovo. Sin límites. Es el pasado virtual. Cuando un desconocido nos enseñe su álbum de fotos nunca podremos estar totalmente seguros de que alguna vez tuviera lugar ese viaje a las Seychelles que se nos muestra, de que estrechara la mano del Papa en el Vaticano, de que hiciese la mili o se casase. Puede ser un pasado prefabricado. Siempre habrá gente que quiera hacer desaparecer su pasado y adjudicarse uno nuevo. Y eso será posible por poco dinero, simplemente disponiendo de un ordenador y de una cámara digital. Todo esto tiene una aplicación práctica respecto a la programación de las vacaciones de verano, obligatorias casi por decreto ley, contra las que uno a veces siente francos deseos de rebelarse sin entender del todo el porqué. ¿No quiere irse usted de vacaciones? ¿Desea prescindir de darles el coñazo a sus amigos con las consabidas fotos? Si alguien no puede -o no le da la gana- irse de vacaciones este verano, pero no quiere quedarse sin fotos, puede prefabricarse unos recuerdos. Que se invente un destino, por ejemplo Cuba. Luego que se pase por una agencia de viajes o librería y consiga unos folletos sobre el Caribe. Una vez con la documentación fotográfica necesaria sobre La Habana uno se planta mágicamente, utilizando las herramientas informáticas adecuadas, en la fortaleza de San Carlos de la Habana, o en el Malecón, o en La Bodeguita de Enmedio, y se hace acompañar de la más impresionante mulata o mulato de los que se disponga en otras fotos. Cuando ya se ha confeccionado una colección suficientemente rica y consistente de falsos recuerdos al gusto particular de cada uno, no queda más que imprimir las fotografías trucadas y esperar el momento de impresionar a los amigos con los relatos virtuales de las imaginarias aventuras veraniegas. Y si se quiere conseguir una notoriedad más grande, lo más recomendable es hacer una página web, y mostrar sus falsas vacaciones al mundo, recuerdos que al fin y al cabo no serán más que inocentes chispas en un atractivo envoltorio cibernético, y que le convertirán a usted en el más envidiado turista sin moverse de su casa. Puede que con el tiempo acabe creyéndose usted su propia mentira, y recuerde aquel apócrifo paseo por el Malecón como una de las emociones más bellas y sentidas de su vida. Un daiquiri, por favor.

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