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La eterna deuda de los pobres

La última propuesta del G-7 mejora muy poco la iniciativa de alivio para los países más endeudados

Fernando Gualdoni

Hace un mes, los jefes de Estado y Gobierno del Grupo de los Siete (G-7) proclamaron desde Colonia que perdonarían a 33 de los países más pobres del mundo unos 71.000 millones de dólares (11,2 billones de pesetas) de su deuda externa. Para empezar, se trata de sólo 69.500 millones, de los cuales 22.500 ya habían sido acordados en 1996 por el Banco Mundial y otros 20.000 pertenecen a créditos de Asistencia Oficial al Desarrollo (AOD) cuya condonación ya se había pactado a finales de los años setenta. Lo novedad fue que el G-7 decidió aliviar otros 27.000 millones de deuda a los pobres. Además, hay otros 30.000 millones que se arrastran desde 1996. El Club de París (el club de los grandes acreedores) tiene en sus manos la decisión de perdonarlos.¿En qué benefició a los países más pobres la cumbre de Colonia? Fundamentalmente en que flexibilizó los requisitos que deben reunir para "calificar" en la iniciativa de reducción de la deuda de los países pobres muy endeudados (PPME), y agilizó el tiempo de espera de los países para beneficiarse de dicho programa. Antes eran seis años de espera y reformas, ahora siguen siendo seis, pero los últimos tres podrían reducirse si los países deudores demuestran que utilizan el alivio de la deuda para fines sociales.

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Cuando el Banco Mundial puso en marcha esta iniciativa en 1996 la dirigió a 41 países, la mayoría en África. De éstos, 26 eran firmes candidatos para beneficiarse de la misma. Ahora, tras la cumbre de Colonia y la flexibilización de las exigencias, los candidatos se elevaron a 33. Hasta el momento, sólo seis países (Uganda, Bolivia, Mozambique, Burkina Faso, Mali, Guyana y Costa de Marfil) han conseguido algún alivio de sus deudas.

Duras críticas

Las críticas que las organizaciones no gubernamentales (ONG)como Oxfam International hacen a la iniciativa son básicamente tres: que los requisitos para calificar siguen siendo muy exigentes, que los países deben esperar mucho para beneficiarse de ella y que si lo logran no es suficiente para paliar la pobreza.El problema de la deuda de los más pobres es enorme. Los 41 países debían 3.000 millones de dólares a principios de los sesenta y ahora deben 207.000 millones (34 billones de pesetas, casi el gasto total de España para este año). Entre 1960 y 1970 estos países iniciaron un proceso de industrialización que dependía fuertemente de las importaciones, pero implementaron impuestos excesivos sobre las materias primas y sobrevaloraron los tipos de cambio. Para equilibrar sus altos costes de importación y sus bajos ingresos por exportación comenzaron a pedir préstamos y a emitir moneda. La crisis se agudizó al mismo tiempo por factores internos (guerras y regímenes corruptos como el de Mobutu en Zaire y Mengistu en Etiopía) y externos, como las dos grandes crisis petroleras de los setenta. Para los ochenta, la bola de nieve era imparable y la deuda se hizo insostenible.

El propio Banco Mundial concluye que la deuda de los 41 países equivale a cuatro veces los ingresos anuales de éstos y es muy superior a su PIB anual. Oxfam observa el peso de la deuda desde otro punto de vista. Según la ONG, el conjunto de los países africanos gasta en el pago de su deuda cuatro veces más de lo que invierte en educación y en el continente uno de cada dos niños no va a la escuela. En algunos países, lo que se paga de deuda es seis veces lo que se destina a la salud. Un cruel ejemplo es que en Zambia se prevé que la expectativa de vida bajará de 43 a 33 años -la expectativa europea en el medievo- debido a la fulminante expansión del sida.

Según las ONG, aun cuando reconocen la buena voluntad del Banco Mundial, la iniciativa PPME ni antes ni después de Colonia es suficiente para lograr el fin que persigue. Gonzalo Fanjul, jefe de estudios de Intermón, explica que "la condonación de la deuda no es una prioridad de los países acreedores, si lo fuera ya se hubiese avanzado mucho más en el alivio de ésta.Una de las razones es que un crédito a un país, aun cuando sea incobrable, es un activo en la cuenta de resultados del Estado acreedor, pero si se condona, éste pasa a ser pasivo y se refleja en el déficit público. En el caso de Francia, Alemania, Italia y Japón, grandes acreedores, esto es delicado y mucho más para los tres primeros, a los que Maastricht impone un déficit que no supere el 60%".

El ejemplo de Mozambique

El caso de Mozambique ha enfrentado a ONG y acreedores en lo que a los resultados de la iniciativa PPME se refiere. Las primeras destacan que este país ha recibido 2.900 millones de dólares de condonación de deuda. Sin embargo, el efecto inmediato es que los pagos de los intereses descienden de 120 millones de dólares anuales a 110, una suma que sigue siendo superior al gasto conjunto de este país en salud y educación. ¿Es ésta la recompensa para un país que, tras décadas de conflicto, ha hecho un esfuerzo tremendo para cumplir con el FMI?, se preguntan las ONG. El Banco Mundial rechaza la crítica. Sostiene que el alivio de la deuda representa el 70% del PIB mozambiqueño y en cuanto a los intereses, reconoce que descienden a 110 millones anuales, pero destaca que antes de que existiera la iniciativa PPME, Mozambique pagaba 600 millones.Otro caso es el de Uganda, el primer país en beneficiarse de la iniciativa y que ahora ha sido "descalificado" porque los precios del café, su principal exportación, han caído y ya no puede cumplir las exigencias de los acredores. El G-7 no ha abordado en Colonia el tema de la rigidez de los requisitos que el FMI impone a los países pobres una vez que éstos entran en el programa de alivio de deuda.

El presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, dijo la semana pasada en Madrid que la caída de los precios del café había perjudicado a Uganda pero que también se habían observado "cambios en el gasto de defensa de este país". Aquí es donde el Banco Mundial saca su as y asegura que el alivio de la deuda es sólo una parte del problema del desarrollo sostenido. Wolfensohn sostiene con vehemencia que en nada se ayuda a los pobres aliviando la deuda de países donde la corrupción lo arruina todo.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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