Las empresas del lino certifican producciones ficticias para captar más ayudas comunitarias
El Consejero de Castilla-La Mancha, Alejandro Alonso, lo dejó claro en el Congreso: las transformadoras de lino producen, sobre todo, certificados para cobrar las ayudas. A medida que aumentan los controles, las empresas elevan la declaración de rendimientos de forma irreal. Colino, propiedad del ex director financiero de Mercasa Gonzalo Ruiz Paz, declaró en la campaña 97-98 que en cada hectárea de lino se producían 263 kilos. En la campaña 98-99, al exigirse para el cobro un rendimiento mínimo por hectárea de 1.000 kilos, Colino declaró 1.061 kilos de media, cuatro veces más.
Curiosamente, Colino declaró en 1997 que transformaba en lino textil el 21,7% del producto en bruto que recibía. En 1998, cuando aumentaron las exigencias de la UE, el rendimiento declarado fue la mitad (el 10,3%). Lino evaporado.Los datos confirman, según explicó Alonso, que el crecimiento del cultivo de lino textil en España -que además no sirve para el sector textil, según explicó en el Congreso el director general de Agricultura del Ministerio, Rafael Milián- responde sólo al cobro de primas. En los últimos tres años, la superficie dedicada al lino ha pasado de 40.000 hectáreas a 100.000.
El cultivador, para cobrar las 115.000 pesetas por hectárea que paga la UE, debe demostrar, con el correspondiente certificado, que ha transformado el lino. Sólo así cobra el 100% de la ayuda. Ahí entran en juego las empresas transformadoras. El círculo es perfecto. Los más destacados beneficiarios de ayudas, como la familia del ex presidente del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) Nicolás López de Coca y el ex director financiero de la empresa pública Mercasa, Gonzalo Ruiz Paz, son a la vez cultivadores y propietarios de las empresas transformadoras de Castilla-La Mancha. Cultivadores y empresarios
La familia de los López de Coca -que ha recibido más de 300 millones en ayudas desde 1994- es propietaria de la transformadora Colisur 2000 a través de las sociedades Valzorzales y Campillos de la Torre. Los hermanos Ruiz Paz son propietarios de la transformadora Colino. Los López Coca, los Ruiz Paz y otro destacado cultivador, el delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, Carlos Moro, coincidieron en las anteriores campañas en la misma tranformadora, la de los Ruiz Paz.
Colisur 2000 y Colino, junto con una tercera empresa de Castilla-La Mancha que también ha quintuplicado los rendimientos declarados, comercializan, además, el 90% de la semilla necesaria para la siembra.
Las cuentas de las inspecciones, sencillamente, no cuadran. Colino está autorizada a transformar la producción de 12.000 hectáreas. A 1.000 kilos hectárea, 12 millones de kilos. Con 240 días de trabajo anuales debería transformar 50.000 kilos diarios. Su maquinaria está autorizada para transformar 2.000 kilos a la hora. Resultado: sus tres empleados deberían trabajar las 24 horas, en turnos individuales de ocho horas, para acercarse a lo declarado.
En Colisur, los cálculos son también espectaculares. La empresa, que ha sufrido dos incendios, ha declarado que en el primero ardieron 800.000 kilos de lino y en el segundo varillas equivalentes a otros 2.700.000 kilos. Total, 3,5 millones de kilos. Esa cantidad es el 70% de la mercancía supuestamente cosechada.
Desde que aumentaron los controles, las transformadoras no compran el producto, sólo lo transforman. Una vez transformado el agricultor se lo lleva y lo almacena, según declaró Moro en el Congreso. El problema es qué hacer con un producto que nadie quiere "ni regalado", como afirma el consejero de Agricultura de Extremadura, Eugenio Álvarez. Eso explica los montones de lino abandonados en fincas y algunos de los incendios que se registran en las instalaciones industriales.
Un informe confidencial de la Consejería castellanomanchega recoge el destino que se le está dando al lino español: "Destruido o destinado a cama para el ganado". Mientras tanto, la industria textil importa del exterior el producto que necesita.
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