La mayoría, de fuera
Los auzolandegis están dirigidos a jóvenes de edades entre 18 y 26 años, procedentes de toda España y de distintos países. La Dirección de Juventud ha organizado este verano campos de trabajo, además de en el Duranguesado, en las localidades de Estíbaliz, Ribera Baja, Amurrio, Artziniega, Zuia, Orio, Asteasu, Hernani, Legazpi, Ibarra, Trapaga, Barakaldo y en el parque natural del Gorbea. A éstos hay que añadir el referido al Camino de Santiago por la Costa, organizado en el contexto del Xacobeo. La mayoría de las plazas de los campos de Euskadi se dirigen a jóvenes de otras comunidades. De los 726 voluntarios, 205 son vascos, 7 vienen de Navarra; 383, de otras comunidades autónomas y 131, del extranjero. Dentro de la política de intercambios de la Dirección de Juventud, 803 jóvenes vascos se han animado a inscribirse en alguno de los campos organizados en distintos países europeos, americanos, africanos y asiáticos. 151 alaveses, 425 vizcaínos y 227 guipuzcoanos vivirán este verano una experiencia diferente. De los que salen de la comunidad, la mayoría se quedan en auzolandegis situados en España. La Comunidad Valenciana acoge al mayor número de jóvenes vascos, 95, seguida por Castilla y León, (58), Galicia (54), Murcia (47), Madrid (46), Castilla-LaMancha (42) y Aragón (40). Francia es el país extranjero más solicitado.
Un verano muy poco tradicional
El verano de sol, playa y juerga nocturna no es la única opción para las vacaciones. Los campos de trabajo (auzolandegis) se están convirtiendo, poco a poco, en una de las alternativas más atractivas para los jóvenes. Visitar distintas regiones de España o de otros países, realizar trabajos de proyección social y, por supuesto, conocer gente nueva son algunas de las posibilidades que ofrece esta experiencia. Si a esto se le añade un precio módico, 10.000 pesetas con todo incluido, menos el viaje, se da la combinación perfecta para disfrutar de un buen periodo estival. Este año, 726 jóvenes participan en los 15 campos organizados en la comunidad autónoma. En el Duranguesado trabaja desde hace una semana un grupo de 18 jóvenes: 15 voluntarios y tres monitoras. Además de los técnicos que se encargan de coordinar las tareas sobre el terreno. Divididos en grupos de cinco, estos jóvenes desarrollan su trabajo en tres municipios: Iurreta, Berriz y Zaldibar. Amaya, de 21 años, ha llegado desde Las Palmas de Gran Canaria para integrarse durante 15 días en el campo de Berriz. Allí trabaja con sus compañeros en la recuperación del parque del Palacio de los Marqueses de Berriz. "Es una forma de pasártelo bien, de hacer algo útil y además te pones cachas sin ir al gimnasio", comenta. La zona en la que trabaja este grupo se encontraba, hasta hace poco, tapada por un muro. Era un lugar desconocido para la mayoría de los vecinos de la localidad vizcaína. Ahora, y gracias al esfuerzo de estos cinco voluntarios, se está convirtiendo en un paraje maravilloso. Las reformas, que están respetando el estilo original de la construcción, se iniciaron cortando la maleza que cubría la zona. "Limpiar el estanque, el muro y arreglar los járdines que rodean el palacio son las labores de las que nos ocupamos ahora", afirma Kepa, uno de los técnicos de este auzolandegi. Las obras de este nuevo parque público finalizarán en la primavera del próximo año. Los horarios de trabajo son, normalmente, de media jornada. Después del bocata, comienzan las excursiones. "Durante la semana, nos movemos por los alrededores del pueblo", señala Leire Barno, directora del campo de Berriz. "Los fines de semana aprovechamos y nos desplazamos más lejos. El pasado fin de semana fuimos a la costa guipuzcoana y éste tenemos pensado visitar la vizcaína", añade. Leire ha estado dos años como monitora y éste es el primero que lo hace como directora. "Aquí se reúne gente de distintas comunidades y por eso es una experiencia muy enriquecedora", resalta. El día se aprovecha al máximo. Después de cenar se organizan veladas con actividades y juegos. Para charlar sobre las anécdotas que ha deparado el día, y antes de irse a la cama, "todo el grupo sale a tomar algo", concluye Leire. Las tareas de los campos pretenden recuperar el patrimonio arquitectónico, cultural o arqueológico o, simplemente, proteger un hábitat natural. En todos los casos, los auzolandegis tienen un componente social que pretende crear una comunidad viva en contacto con los lugares en los que se desenvuelven.
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