La avioneta de Kennedy se estrelló después de caer en picado durante un minuto
Trescientos treinta metros en 14 segundos. Ésa es la caída sufrida por la Piper Saratoga que pilotaba John Kennedy el pasado viernes por la noche, cuando sus tres ocupantes -Kennedy, su mujer, Carolyn, y su cuñada, Lauren Bessette- se aproximaban al primero de sus dos destinos: la isla de Martha"s Vineyard, donde la pareja iba a dejar a Lauren y a continuar vuelo hasta Hyannisport. Según los datos de la estación de seguimiento, el aparato sufrió un brusco descenso de casi 1.600 metros en sólo un minuto y sugieren que la avioneta se estrelló violentamente contra el agua.
El ritmo prudente de descenso para un aparato de las características del de Kennedy es de 120 a 150 metros por minuto. La precipitación de la avioneta podría indicar que Kennedy habría perdido el control del aparato, aunque Jim Hall, presidente del Departamento Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), declaró ayer que sólo son cábalas mientras no se tengan más datos: "El radar aporta una pieza importante del rompecabezas, pero sólo una pieza. La clave reside en que los restos del avión que podamos encontrar nos den las respuestas a las preguntas planteadas por los datos del radar". Equipos de buceadores seguían investigando ayer diversos puntos del fondo marino en los que los instrumentos de detección del Servicio de Guardacostas y de la Marina han revelado la posible presencia de fragmentos de fuselaje.Todo apunta, por el momento, a un escalofriante descenso en picado contra el océano, una caída que todavía no tiene explicación, pero que ayuda a entender -por la violencia del impacto- que por ahora sólo se hayan podido recuperar fragmentos de una rueda, del timón, de material aislante y de las maletas. No hay ni rastro de las piezas mayores, como el motor, ni de restos humanos. "Los nuevos datos ofrecen una imagen distinta" a lo que en principio parecía un descenso rápido, pero controlado, en opinión de Robert Pearce, que dirige la investigación del NTSB. Pearce evitó sacar conclusiones, pero éstas son evidentes: no habría que hablar de un descenso, sino de una caída en picado. A los datos del radar y a la impresión de pérdida súbita de control del aparato hay que añadir el hecho de que John Kennedy no hizo ninguna llamada de socorro por radio.
El Servicio de Guardacostas, usando los equipos de sonar de tres buques, había fijado nueve lugares posibles en los que habría restos del aparato, pero ayer amplió esa lista a 15, en una zona de más de 60 kilómetros cuadrados al oeste de la isla de Martha"s Vineyard.
Los diez submarinistas de la policía de Massachussets, más otros 20 aportados por la Marina, no hallaron nada significativo hasta la media tarde de ayer. Tampoco el lunes, cuando las condiciones meteorológicas obligaron a interrumpir las tareas. Ayer surgió, además, otro asunto polémico relacionado con el accidente, aunque inútil si se confirma que el aparato se estrelló contra el agua. ¿Por qué pasó tanto tiempo desde la desaparición de la avioneta hasta el comienzo de la operación de rescate? En la noche del viernes, una pareja que esperaba a Lauren Bessette en el aeropuerto de Martha"s Vineyard preguntó a un empleado la razón del retraso. A las 22.05, cuando la avioneta llevaba 25 minutos desaparecida, el empleado llamó a una estación de seguimiento cercana y explicó la motivo de la inquietud: "John Kennedy está a bordo y esta gente quiere saber dónde se encuentran". La estación señaló que no se facilita esa información por teléfono y colgó. El empleado no le dio mucha importancia al asunto. Hasta las 2.15, cuando un amigo de la familia Kennedy llamó al Servicio de Guardacostas, no se tomaron medidas. Las autoridades federales de aviación justificaron la respuesta a la primera llamada telefónica diciendo que aún no había ningún elemento de alarma.
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