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"Llegamos a Madrid en un camión tras pagar 85.000 pesetas"

El viaje de los rumanos para salir de su país fue tenebroso. Confiesan que pagaron a las mafias de inmigración ilegal los ahorros de toda una vida para financiarse un sueño: entrar en un país de la Europa desarrollada. Milkov Tanase, rumano de 33 años, casado y con tres hijos, relató ayer a EL PAÍS cómo llegó a Madrid. Su caso se repite entre muchos de los 280 gitanos rumanos que ocuparon hace un año Malmea y, que tras ser expulsados, malviven en un asentamiento de la carretera de Burgos (N-I). Tanase pagó "1.000 marcos alemanes" (unas 85.000 pesetas) a una red dedicada a la inmigración ilegal por el viaje de toda su familia. Subieron a un camión y se apretaron en su interior junto a otras 11 familias. PASA A LA PÁGINA 3

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VIENE DE LA PÁGINA 1 Muchos de los componentes de las 11 familias rumanas ni siquiera conocían su destino final cuando se montaron en el camión. "Sabíamos que íbamos a un país de la Europa desarrollada, pero no a cuál", explicó Milkov Tanase. Sólo estaban seguros de que se marchaban del país. Y eso les bastaba. "Aunque aquí estamos mal, porque vivimos en chabolas, en Rumania estábamos peor. Allí, los gitanos sufren una constante marginación social y la policía nos persigue", explicó Tanase.

Otros ya habían entrado en contacto, normalmente a través de teléfonos móviles, con familiares y amigos que se habían escapado del país y ya iban con un destino fijo.

Cuando el vehículo arrancó, los viajeros, aunque apretados, soñaron con una ilusión que se hacía realidad. Las 40 personas hicieron el viaje de pie en el tráiler. "Íbamos muy apretados, apenas nos podíamos mover y teníamos que llevar a nuestros hijos en brazos", añadió Tanase, con gestos de evidente agobio al recordarlo.

El camión cruzó media Europa sin detenerse y en su travesía logró esquivar la vigilancia policial de varias fronteras. Llegó al destino en dos días y una noche, tras un calvario de 60 horas. Cuando las puertas se abrieron, los rumanos estaban en Madrid.

Una vez en la ciudad, Tanase y los recién llegados se dirigieron al periódico La Farola en busca de un trabajo. Es el primer recurso de los rumanos al llegar. No saben hablar castellano y el único empleo que encuentran es ése.

Cuando consiguen el empleo se reparten por distintas ciudades de España. Los que logran entrar en contacto con sus familias se suman a sus caravanas y viajan juntos. Van de ciudad en ciudad. Se intercambian los destinos para no saturar las ciudades de vendedores del periódico de los indigentes. Ellos mismos se distribuyen para no saturar el mercado. Pero la mayoría prefiere quedarse en Madrid.

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