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Entrevista:

"Pensar que la fusión CAM-Bancaixa soluciona los retos es una frivolidad"

Miquel Alberola

Pregunta. ¿Las cajas de ahorro están en un momento decisivo de su existencia? Respuesta. El conjunto del sistema financiero está en un momento decisivo, y las cajas son la mitad del sistema bancario español. Tienen un reto importante, pero no distinto al resto del sistema financiero, excepto en la estructura jurídica de las entidades, que creo que no afecta a los retos de adaptación al nuevo marco. La globalización es cada vez mayor y el mercado europeo plantea nuevos retos. Si todos están pensando cómo se adaptan a la nueva situación, quiere decir que también afecta a las cajas. Las cajas están en una situación en la que no han estado a lo largo de su historia, y en ese sentido es uno de los momentos más decisivos de cara al futuro, para ver cuál va a ser su adaptación a un sistema financiero mucho más competitivo. P. ¿Para adaptarse hay que cambiar el espíritu de las cajas? R. La función social de las cajas no tiene por qué cambiar. Tiene que adaptarse. Las cajas no pueden quedarse en el mercado sin ser competitivas. Si no se es eficiente y se tienen costos menores, no es posible dar créditos más baratos porque no se cubre la estructura de costos. Si las cajas son eficientes, obtienen beneficios y éstos se dedican a las obras sociales, no tienen por qué cambiar su espíritu. Aunque cada vez serán más parecidas a un banco, pero en el funcionamiento diario, no en la distribución de los beneficios. P. ¿La eficiencia de una caja está en función de su tamaño? R. No necesariamente. Las dos cajas valencianas, Bancaixa y la CAM, tienen suficiente tamaño para ser eficientes por sí solas, lo cual no quiere decir que juntas tendrían un tamaño... P. ¿Más competitivo? R. O no. Depende de cómo se haga. P. ¿El problema no es la fusión sino el modo en que se haga? P. Efectivamente. Una fusión se hace desde la prudencia y desde la discreción. Cuando el Santander se fusionó con el BCH nadie se enteró hasta que se hizo público. No es únicamente una cuestión de números, que son importantes, porque hay fusiones que no acaban de funcionar, como la del Citicorp y el Travelers, porque la cultura y los equipos de los dos bancos era tan distinta que un año después, la mitad de las previsiones no se han cumplido. Para avanzar en un proceso lo primero que se necesita es abandonar la frivolidad. Aquí se está imponiendo la más absoluta frivolidad: todos hablan y nadie sabe. Luego, hay que analizar las cifras, y después, los problemas. Y a partir de ahí ver si es mejor mantenerse separados o no. Oficialmente no hay nada, pero los oficiosos no callan. P. Pero hay contactos entre el PP y el PSPV al respecto, ¿no? R. No, que yo sepa. Lo que sé es que hay un estudio hecho que está viejo. Si se ha actualizado y se ha enseñado, ya no lo sé. Era un estudio estrictamente de toda la ganancia en costos, pero se hizo antes de que la CAM comprase el Sanpaolo y de que Bancaja hiciese lo propio con el Sindibank. Este informe era sólo un primer paso para empezar a discutir los problemas. Pero insisito: el tema no se ha tratado en los consejos de administración. El exceso de rumores está desmotivando a las dos estructuras laborales. P. ¿Quién tiene que decidir si se produce o no la fusión? R. Las asambleas, por dos tercios. Y en este momento creo que no los alcanza ningún partido. No he hecho los números de las últimas elecciones, pero creo que el PP tampoco reúne los dos tercios. Imponer la fusión a los equipos directivos y a los representantes minoritarios, sin un estudio sensato de cifras e integración de equipos, puede llevar a una situación similar a la del Banco Bilbao y el Banco Vizcaya, que sufrieron un proceso costoso por las pugnas de los equipos. Prudencia y menos alegría, porque nadie ha visto un estudio en el que se integren las estructuras organizativas. Y si no hay una integración suave, todo lo que se puede ganar sobre el papel, se desvanece en la realidad. P. ¿La duplicidad de oficinas podía ser dramática para los puestos de trabajo? R. En aquel estudio, la duplicidad no era tan grande. Las fusiones siempre tienen costos, pero hay que analizar también los beneficios. Hay que poner todo sobre la mesa y los consejos de administración que decidan. Eso es lo que no se hace. P. ¿Hay una caja que desea la fusión más que otra? R. En Bancaixa no se ha tratado en el consejo de administración. Y desconozco la situación de la CAM. P. La CAM tiene una cierta prevención, ¿no? R. Quizá. Pero puede responder más a problemas de falta de vertebración y capitalidad de Valencia. Tal vez desde algunos sectores de Alicante se intuye como una absorción, cuando las dos instituciones poseen una entidad muy similar. Por otro lado, es obvio que con la posible fusión, la entidad resultante tampoco ganaría tanto en tamaño: continuaría por debajo del Grupo Banco Popular. Es una frivolidad decir que la fusión solucionaría todos los retos pendientes. Lo que los arreglaría es una mayor eficiencia, mejores productos, mejores créditos... Los clientes se mueven por la mejor oferta y no por sentimentalismos. Si no se es competitivo, se desaparece del mercado. Y en todo eso hay mucho que hacer. P. No toda la CAM es reticente. Antonio Gil Terrón, su vicepresidente es partidario. R. Abrió un debate prematuro, desde mi punto de vista. P. El presidente de Bancaixa tampoco está en contra. R. El presidente de Bancaixa lo que ha dicho son dos cosas que comparto. Que la entidad tiene que crecer y que las fusiones están ahí y hay que estudiarlas. Otra cosa es lo que algunos interpretan que ha dicho. Su actitud ha sido más prudente que la de otras personas que se sientan en el consejo de administración. El único que yo recuerde que se ha declarado a favor es el alcalde de Segorbe, quien a su vez es el presidente de la Comisión Territorial de Segorbe, cosa inadmisible que nos retrotrae a la Restauración. P. ¿Existen informes ajenos favorables o contrarios? R. Estudios sobre fusiones hay muchos y casi todos concluyen que no existe una relación automátia entre tamaño y rentabilidad. El IVIE ha realizado un trabajo, publicado por la CAM, que debiera leerse antes de hacer declaraciones precipitadas. Las recientes consideraciones del subgobernador del Banco de España acerca de lo más grande no tiene porqué ser más eficiente, van en la misma dirección. P. ¿La politización de las cajas es inevitable? R. Creo que no. Uno de los avances más importantes que han tenido la sociedad y la economía española en los últimos veinte años ha sido la modernización del sistema financiero. El franquismo fue un desastre. El Gobierno decidía dónde había que invertir o no. Caer otra vez en esta tentación, sea por parte del PP o del PSOE, de que cuatro señores en un despacho sepan más dónde hay que invertir o no que los técnicos y los equipos directivos de las cajas, sería volver a un pasado dominado por la ineficiencia. P. El pulso del PP en la última asamblea para que tres miembros de la Fundació Caixa Castelló, dos de ellos políticos, tuviesen voz y voto en base a un informe del Protectorado de Fundaciones de la Generalitat, ¿dónde lo enmarca? R. Es absolutamente inconveniente que los cargos políticos ocupen cargos relevantes en entidades financieras. La identificación de las cajas con políticos de un determinado partido no es buena, porque, como dijo Rafael Termes, la banca se hace con muy poco dinero y mucha confianza. P. El PP ha implicado a Bancaixa en proyectos como Terra Mítica. ¿Es normal? R. Si la rentabilidad ha sido estudiada y los técnicos que deciden las inversiones, lo autorizan, pues debo creer que el proyecto es rentable. En todo caso, las cifras que invierte son muy limitadas, aunque tienen mucho eco público por tratarse de un proyecto emblemático del PP. Lo que no es bueno para las cajas es que se produzca una identificación con el Gobierno. Los políticos tienen todos mis respetos, pero tienen su ámbito de actuación al margen de las instituciones financieras. Hay muchos clientes que pueden no compartir los criterios políticos de quienes gobiernan en cada momento, y que se pueden sentir incómodos con esa identificación.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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