Chabolas quemadas

De nuevo, el día 21 de junio, el fuego asoló nueve chabolas en el poblado marginal de Pitis, en el distrito de Fuencarral, cuando aún no hace ni tres meses que se quemaron otros dos chamizos. Y otras diez chabolas desaparecieron abrasadas el 25 de abril del año pasado. Las chabolas prenden como paja. No les queda nada a las familias, a unas familias para las que desde hace 18 años está llegando el realojo. La futura avenida de Arroyofresno tiene paradas las obras enfrente del poblado, pero no hay ningún movimiento para levantar las chabolas. Hace más de seis meses que se veía el realojo de Pitis como un asunto de carácter inminente. Pero todo sigue igual. Las matrículas de los niños se han vuelto a realizar, para el curso que empieza en septiembre, en los colegios de la zona, y los trabajadores sociales de la agencia Iris no tienen ninguna instrucción de hablar de nuevas viviendas.

Sin embargo, el barrio de Arroyofresno, al lado mismo de Pitis, ya tiene boca de metro, es el metro fantasma para unos vecinos que van a pagar verdaderas fortunas por sus pisos y que aún no son suficientes, parece ser, para abrir dicha boca de metro.

Señores concejales del Ayuntamiento, ¿cuántas chabolas se tienen que quemar todavía para que este grave problema social se solucione por la vía social, y no por necesidades urbanísticas?

Ocurre lo mismo en Malmea. En pocos meses, se han quemado por completo dos tiendas de campaña, una con el resultado de un niño muerto, y se han producido numerosos accidentes por fuego, con heridos de consideración. .

A los rumanos que allí están viviendo, ¿les darán alguna solución la Concejalía de Asuntos Sociales del Ayuntamiento, la Consejería de Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid? ¿O los deportará a su país el Ministerio de Asuntos Exteriores, o la especulación azuzará a la Consejería de Urbanismo del Ayuntamiento para que los desaloje por la fuerza, por prioridades urbanísticas de la Operación Chamartín? Teresa Álvarez.