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El hambre y la guerra han sumido a Angola en el caos, según el obispo de Malange

El obispo de Malange, Luis María Pérez de Onraíta, de 66 años, ha lanzado una llamada de auxilio urgente para Angola. Nacido en Vitoria y con más de 30 años en la excolonia portuguesa, Pérez de Oraíta explicó telefónicamente a EL PAIS: "La guerra y el hambre son ya insostenibles; como obispo, y coincidiendo con la opinión general de los prelados y de mucha más gente, pido un acuerdo urgente para buscar la paz en Angola".

A juicio del obispo, "la negociación es la única solución posible" para un conflicto civil que dura ya casi 30 años, ha provocado miles de muertos, más de 100.000 mutilados y cerca de dos millones de desplazados en los últimos seis meses. "No sé cómo ni cuándo", dice el obispo, "pero la solución al conflicto sólo pueden llegar por el diálogo, la reconciliación, o como lo quieran llamar. La guerra sólo trae más muerte, luto y más hambre. Los que amamos este país queremos que la guerra se acabe cuanto antes. Sólo en Malange (una de las ciudades más azotadas por los combates) mueren de hambre cinco personas por día. Eso es intolerable. Yo no sé si el mundo se está cansando de ayudar y nos van a dejar en la estacada, pero las bombas del hambre están matando ahora más que las bombas reales. Estamos atravesando una situación de enorme inseguridad y de gran impotencia".

Sus compañeros siempre le han considerado como un optimista sin remedio. Cuando caían bombas en Malange, él hablaba de "algunos petardos". Ahora ha llegado al límite. La semana pasada una bomba causó 40 muertos en un mercado de la ciudad. Luis María Pérez de Onraíta ha pasado casi la mitad de su vida en Angola y los últimos tres años como obispo de Malange. La capital de la provincia, situada al norte del país, lleva más de seis meses rodeada por las tropas de UNITA (Unión para la Independencia Total de Angola) y , allí, un grupo de 15 religiosos españoles, de diversas congregaciones, se esfuerzan por facilitar ayuda y comida a una población extenuada por la guerra y el hambre. "Los alimentos", dice, "llegan cada vez con mayores dificultades, los precios son altísimos y la gente se muere de hambre. Esto no se puede admitir". Asimismo, las fuerzas de UNITA están provocando la explosión en las ciudades. La guerrilla del general Savimbi, que controla el 70% del país a excepción de las grandes capitales, está forzando la huida de los campesinos hacia los centros urbanos, especialmente Luanda, donde ya no existe capacidad para atenderlos.

Los desplazados se hacinan en campos de refugiados, los servicios sociales están desbordados y las calles comienzan a poblarse de mendigos, vagabundos y desesperados. Algunos hospitales se han especializado en recoger a todos aquellos que, tras deambular por las calles comiendo de los contenedores de basura, han perdido la razón.

Recientemente, el cardenal angoleño, Alexandre do Nascimento, se trasladó a Nueva York para solicitar ayuda urgente al secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan. El cardenal intentó trasmitir en la ONU las dimensiones de la tragedia angoleña, donde más de tres millones de personas sobreviven de la ayuda exterior. Do Nascimento comunicó también la disposición de la Iglesia para mediar en el conflicto, una iniciativa que ha sido favorablemente acogida por UNITA y, prácticamente, rechazada por el Gobierno de Luanda que no confía en las intenciones de Savimbi, "un hombre que ha violado todos los compromisos de paz", a juicio de las autoridades de Luanda.

Por su parte, el obispo de Malange desconoce si ha habido mediación y contactos entre ambas partes. En cualquier caso, su llamada es firme y urgente: "Defiendo el entendimiento, el diálogo y la reconciliación. El sufrimiento de este pueblo ha rebasado todos los límites imaginables".

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