Tensión en Portadown por la marcha orangista de hoy
La logia orangista de Portadown rechazó ayer entablar contacto con los vecinos católicos de Garvaghy, eliminando con ello cualquier perspectiva de acuerdo sobre su controvertida marcha que se celebra hoy. El portavoz de la hermandad, Harold Gracey, afirmó: "Nosotros no tenemos el monopolio sobre esa calle, pero ellos tampoco". Gracey resumía así la cuestión de fondo que impide el acercamiento entre los protestantes y católicos de Irlanda del Norte. Caminar por las calles del país, ya estén decoradas por banderas británicas como por símbolos de la República, es un "derecho civil" que los protestantes defienden a ultranza. Pero sus vecinos nacionalistas ven estas marchas como insultantes celebraciones de la hegemonía unionista y exigen ser consultados antes de que el desfile pase por sus barrios. Sin el acuerdo a nivel local, la Comisión Independiente de Marchas ha vetado el itinerario tradicional de la logia de Portadown. Sus miembros podrán subir hoy a la iglesia de Drumcree, centro clave del recorrido, pero tienen prohibido acercarse a Garvaghy. Un extraordinario dispositivo de seguridad -con zanjas profundas, alambradas compactas y cientos de soldados y policías- se levanta ya en prevención de los posibles enfrentamientos. En un intento por calmar la tensión, el gran maestre de la Orden de Orange, Robert Saulters, pidió ayer moderación a todos sus miembros. Los orangistas podrán protestar en sus propios municipios, pero, de respetar las instrucciones de Saulters, no enviarán refuerzos a sus colegas de Portadown. El gran maestre pidió también que no se bloqueen las carreteras.
Ayer llegó a Portadown la llamada Marcha Larga, en la que participa desde hace días un grupo de personas que se sienten víctimas del nacionalismo. Son los únicos dispuestos, además de los orangistas, periodistas y cámaras de televisión, a pasar un fin de semana aquí. En otros puntos de la región, la mención de la ciudad provoca caras de pánico y sorpresa.
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