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Ruptura en el Alcázar

Los Reales Alcázares de Sevilla fue el lugar elegido para la entrevista que terminó con la ruptura definitiva de negociaciones entre el PP y el PA en Sevilla. Una semana de contactos previos entre dirigentes de ambas formaciones parecía haber encauzado la negociación para reeditar un nuevo pacto de gobierno en la capital sevillana entre PP y PA. Javier Arenas, Teófila Martínez y Antonio Sanz habían iniciado las negociaciones por el PP. Sanz y Martínez acudieron a Castelar 14, el domicilio de Rojas Marcos, con la presencia de Antonio Ortega. Luego, coincidiendo con la inauguración de la nueva sede del diario Abc de Sevilla y con la final de la Copa del Rey, hubo nuevas citas, a las que se sumó Arenas. El mensaje era claro. Los andalucistas exigían las mismas condiciones con las que habían gobernado en coalición los últimos cuatro años, más algunas modificaciones en diversas áreas y el compromiso del Gobierno central del PP de realizar "una gran inversión en Sevilla". La creación del metro de Sevilla durante el presente mandato fue una de las reclamaciones que el PA propuso sellar el pacto. "No hay problemas, pero hay que hablar con Soledad", fue la respuesta de Arenas, Martínez y Sanz. Soledad Becerril era el único obstáculo. Un obstáculo en el que el PA, según dirigentes andalucistas, ha basado su estrategia del pacto por Sevilla. Los populares sostienen que el pacto con los socialistas estaba cerrado desde hace meses, y que el PA ha utilizado a la alcaldesa como "excusa" para escenificar la ruptura con el PP y el pacto con el PSOE. La cita telefónica de la alcaldesa de Sevilla el pasado lunes 29 sorprendió a Rojas Marcos. No por esperada sino por el lugar elegido para mantener ya una negociación formal. "Nos vemos en el Alcázar", dijo Becerril. Allí, en un lugar público, donde muchos funcionarios del Ayuntamiento sevillano podían comprobar cómo se intentaba repetir el pacto de Gobierno de Sevilla se produjo, sin embargo, el desencuentro final. Rojas-Marcos recibió de la alcaldesa en funciones de Sevilla un nuevo diseño del organigrama del municipio. Becerril cedía menos áreas e introducía la figura de las subdelegaciones en manos de ediles del PP, que a modo de "comisarios" (en interpretación de los andalucistas) pretendían mantener en manos de la alcaldesa en control de todos los departamentos. Rojas-Marcos ni se inmutó. Reiteró su peticiones a Becerril y esperó una respuesta. La hasta ayer alcaldesa de Sevilla espetó a su oponente: "Parece que habéis ganado las elecciones por goleada". Rojas-Marcos regresó a su cuartel general de la calle Castelar. Telefoneó la mañana del miércoles a Arenas y, tras comentarle el desenlace de la entrevista con Becerril, le comunicó su decisión de abrir el diálogo con los socialistas. No hubo reacción del líder popular. Becerril había sostenido ante la cúpula de su partido que Rojas-Marcos no cedería nunca la alcaldía al candidato socialistas Alfredo Sánchez-Monteseirín, según el PA, y que al final volverían a pactar con el PP desde una posición menos ventajosa. El miércoles por la tarde se iniciaron los anunciados contactos PA-PSOE. José Caballos y Francisco Rodríguez, por parte socialista, y José Hurtado y José Luis Villar, por parte andalucista. El pacto prosiguió con varios encuentros más en "domicilios privados", no desvelados por las fuentes consultadas, pero calificadas de insólitas en una negociación política. Una casa de Triana fue el escenario de uno de los cónclaves. Las influencias empresariales tampoco faltaron para cerrar algunos flecos del primer gobierno del nuevo milenio. El acuerdo apenas tardó 48 horas en cerrarse. El jueves, cuando las posturas estaban muy cerca, se produjo la reacción de los populares. La carta de Becerril a Rojas-Marcos emplazándole a una nueva negociación no varió ni un ápice el rumbo de los acontecimientos. Para entonces el PA ya tenía conquistadas casi todas sus peticiones en la negociación con los socialistas. En la madrugada del viernes Rojas-Marcos cerraba telefónicamente con el presidente andaluz, Manuel Chaves, el acuerdo. En el último intento popular por reconducir la pérdida de la alcaldía sevillana, Rojas-Marcos recordó la advertencia formulada a Arenas. No habría negociación a dos bandas. En el Alcázar de Sevilla, Soledad Becerril había puesto fin a lo que en Sevilla, durante los últimos ocho años se dio en llamar "un matrimonio de conveniencia".

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