El IVAM muestra las fotografías literarias de Larrain
Resulta difícil sustraerse al magnetismo que desprenden las fotografías del chileno Sergio Larrain. Evocan un mundo poético, literario. Atrapan de inmediato la mirada sin que al principio parezcan existir razones para ello. No hay dramatismo al uso ni artificios efectistas. Hay, sobre todo, una muy personal percepción de la realidad que tiene que ver con la expresión artística de un mundo interior de enormes proporciones. Las 112 fotografías que componen la exposición del IVAM que ayer se inauguró permiten conocer el mundo de uno de los fotógrafos más estimados por sus propios compañeros.
Aunque viajó por medio mundo y formó parte de la prestigiosa agencia Magnum de fotografía, Larrain sólo necesitaba pasear por la ciudad chilena de Valparaíso para extraer el alma de sus calles, de sus gentes y de sus niños vagabundos, y crear así, con su inseparable cámara Leika, una obra de un interés que traspasa fronteras. Su territorio artístico no precisaba de muchos estímulos externos. No por casualidad Larrain (Santiago de Chile, 1931) vive ahora "apartado del mundanal ruido", como comentó ayer el director del IVAM, Juan Manuel Bonet. Del mundo y también de la fotografía. A finales de los años sesenta, cambia de vida. Abandona la fotografía y se recluye en el poblado de la cordillera chilena de Ovalle, donde se dedica a practicar y difundir la cultura zen y el yoga. Quemó sus obras, pero no los negativos que se guardaban en la agencia Magnum en la que trabajó por expreso deseo de Henri Cartier-Bresson, que se quedó admirado de las fotografías de los niños vagabundos. Por todo ello, su obra no es muy difundida hasta el punto de que la muestra del IVAM es la primera retrospectiva en España y una de las más completas del mundo. El prestigioso fotógrafo Bernard Plossu recomendó hace años a los directores del museo valenciano seguir la pista del chileno si querían exhibir a uno de los más importantes fotógrafos del siglo. La exposición del Instituto Valenciano de Arte Moderno, que se podrá ver hasta el 26 de septiembre, reúne ese material guardado en la agencia de fotografía y que se ha ido encargando de sacar a la luz Agnès Sire, comisaria de la muestra, junto a Josep Vicent Monzón, responsable del área de fotografía del IVAM. Éste señaló que Larrain se ha comunicado con él a través de, a veces, tres cartas diarias, en las que explica sus preocupación por "los problemas de la vida" y subraya que, aunque no haya asistido al montaje de la muestra ni a su inauguración, está presenta gracias al sol, que es el mismo astro que ilumina a todos. La muestra reúne tres grandes series: Los niños vagabundos, Valparaíso y Londres. También incluye trabajos realizados en sus primeros años en Chile, Argentina y Bolivia, y una selección de las fotos que hizo en Italia, Francia e Irán. Fue en Italia, precisamente, cuando descubrió definitivamente a qué iba a dedicarse cuando contempló las fotos de Giuseppe Cavallli y sus nuevos planteamientos. Su amplia cultura visual la adquirió bajo el magisterio de su padre, arquitecto y antiguo decano de la Universidad de Santiago. Con 25 años reunió un portafolio y lo envió al Museo de Arte Moderno de Nueva York, que compró dos fotos. Ya en Magnum, sus fotografías aparecen en revistas como París-Match y poco después Pablo Neruda, amigo de su padre, le encargó fotografías de su casa de Isla Negra para un libro de la colección Imagen y palabra de la editorial Lumen. Larrain publicó despúes numerosos libros. Bonet y Monzó destacaron ambos la gran carga poética, literaria y humanista de la obra de Sergio Larrain, y Sire anunció que aún hay mucho material por conocer. El catálogo de la exposición reúne todas las fotos de la muestra e incluye textos del escritor Roberto Bolaño, Bonet, Sire, René Burri, Monzó y Pablo Neruda.
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